- 1. Somport - Jaca
- 2. Jaca - Arrés
- 3. Arrés - Artieda
- 4. Artieda - Sangüesa
- 5. Sangüesa - Monreal
- 6. Monreal - Puente la Reina
- 7. Puente la Reina - Estella
- 8. Estella - Los Arcos
- 9. Los Arcos - Logroño
- 10. Logroño - Ventosa
- 11. Ventosa - Azofra
- 12. Azofra - Grañón
- 13. Grañón - Belorado
- 14. Belorado - Atapuerca - Burgos
- 15. Burgos - Hornillos del Camino
- 16. Hornillos del Camino - Castrojériz
- 17. Castrojériz - Boadilla del Camino
- 18. Boadilla del Camino - Carrión de los Condes
- 19. Carrión de los Condes - Calzadilla de la Cueza
- 20. Calzadilla de la Cueza - Sahagún
- 21. Sahagún - Reliegos
- 22. Reliegos - León
- 23. León - San Martín del Real Camino
- 24. San Martín del Real Camino - Astorga
- 25. Astorga - Rabanal del Camino
- 26. Rabanal del Camino - Ponferrada
- 27. Ponferrada - Villafranca del Bierzo
- 28. Villafranca del Bierzo - Ruitelán
- 29. Ruitelán - Triacastela
- 30. Triacastela - Sarria
- 31. Sarria - Ventas del Narón
- 32. Ventas del Narón-Coto/Leboreiro
- 33. Coto/Leboreiro-Arzúa
- 34. Arzúa-Lavacoya
- 35. Lavacoya-Santiago de Compostela
Somport-Jaca
Parcial 31 Km; Total 31 Km; A Santiago: 827 Km
El Camino Aragonés I
Hoy es Viernes Santo y de acuerdo con la tradición debería ser un día oscuro y gris pero nada más lejos de la realidad, ha amanecido un día espléndido primaveral, quizá un poco fresco, pero eso resulta bueno para un peregrino de a pié.
Son las siete y media y ya me encuentro dispuesto a salir del apartamento de mi hermano Carlos en Jaca. No hay prisa, el autobús de la Línea Amarilla que recorre los valles del río Aragón y que me trasladará a Somport no sale hasta las ocho y veinte, así que me acerco a un bar de la Avda. de Francia donde hago un buen desayuno. Después por la c/ Mayor y callejas del casco viejo me dirijo a la Estación de Autobuses contemplando de pasada los exteriores de la vetusta Catedral de Jaca, construida casi en su totalidad en el más genuino estilo románico y en cuyos muros se aprecia por las piedras erosionadas, la huella del inexorable paso del tiempo. Destacan alrededor del conjunto las molduras tipo ajedrezado jaqués que podremos ver repetido a lo largo del Camino de Santiago en la mayoría de las construcciones románicas.
A la Estación de Autobuses comienzan a llegar bastantes jóvenes que seguramente estén aprovechando las vacaciones de Semana Santa y el buen tiempo reinante para deslizarse por la nieve que queda en las pistas de esquí de Candanchú o Astún en los últimos coletazos de la temporada. El autobús sale finalmente completo.
Durante el recorrido por esos hermosos valles entre altas montañas regados por el río Aragón y afluentes, no tengo más remedio que pensar en la aventura que estoy a punto de iniciar. No cabe la menor duda que la ilusión me embarga, pero la empresa reconozco que no será fácil. Calculo unas cuarenta jornadas para despachar los 858 km que separan Santiago del Puerto de Somport (Summus Portus), posiblemente el paso de los Pirineos mas meridional de los utilizados por los peregrinos europeos que confluían en Toulouse. La verdad es que la distancia a Santiago es mas que respetable y la experiencia anterior me aconseja actuar con prudencia. Plantearía la etapa Somport-Jaca en dos fases, hoy me contentaría con llegar a Villanúa, prácticamente la mitad del recorrido, comería allí y seguidamente tomaría el autobús para pernoctar en Jaca y al día siguiente concluiría la etapa, de esa forma iría desentumeciendo los músculos; todos los consejos coinciden en limitar la distancia de las primeras jornadas.
Sin apenas darme cuenta el autobús llega a la Aduana de Somport, completamente desangelada, parando junto al Albergue Aysa, fin de trayecto para mí.
Descienden conmigo dos varones de unos cuarenta y tantos años a todas luces excursionistas y una joven con el mismo aspecto. Así que iba a ser posiblemente el único peregrino en el día de hoy que iniciaría el Camino en este punto. ¡¡Qué diferencia con la tumultuosa salida de Roncesvalles!!. Son las nueve y veinte, buena hora. Frente a mí las laderas nevadas que conforman el Circo de Candanchú y un mojón muy especial: el Km 0 del Camino Aragonés; grabado en la piedra se puede leer la distancia hasta Santiago, 858 Km.
A la izquierda del mojón una escalerilla con barandilla de troncos, es el comienzo del Camino. Sin mas demora inicio el descenso. Algunos rodales de nieve vieja esconden el sendero, la nieve cruje bajo mis botas, hay que pasar con sumo cuidado para evitar resbalar. Continúo descendiendo hasta llegar a la carretera que cruzo. Allí alcanzo a la joven excursionista, la saludo y sigo mi marcha.
Llego a las ruinas del que fue Hospital de Peregrinos de Sta. Cristina. Allí debo detenerme para guardar unos momentos de silencio y reflexión en recuerdo de Luis Ludovicum, un buen amigo y peregrino que nos dejó. Nos deleitó y emocionó con su relato del Camino Inglés que superándose a sí mismo realizó con gran tenacidad y fuerza de ánimo y concluyó poco antes de fallecer. Una parte de sus cenizas fueron esparcidas en ese mismo lugar por su compañera Maitía. BUEN CAMINO!! Peregrino Ludovicum.
Continuo la bajada por sendas que en algunos momentos se hacen peligrosas hasta la altura del Puente del Ruso. Sigue la pendiente hasta llegar a un puentecillo que cruza el río. Allí pierdo las flechas, tomo a la izquierda por una pista en ascenso en dirección al Camping pero sigo sin ver señal alguna de Camino. Pregunto en el bar y me dicen que voy mal, debo retroceder hasta la entrada del Camping y tirar a la izquierda. Así que retrocedo y es cuando veo la espalda de la joven excursionista, la sigo y alcanzo. Comentamos si iremos por buen camino, ella también se muestra algo dudosa pero piensa que la dirección que hemos tomado debe ser la buena porque se dirige hacia la carretera, de todas maneras la cabañera se termina y tenemos que cruzar campo a través por unos terraplenes hasta que retomamos por fin el Camino sin lugar a dudas, las flechas amarillas así lo indican. Han sido unos momentos de confusión.
La chica se llama Elvira y decidimos marchar en compañía. Al poco rato alcanzamos la carretera y entramos en Canfranc-Estación. En la Oficina de Turismo me estampan el sello.
Continuamos por la carretera que se abandona por la izquierda tras pasar un túnel, allí pasamos junto a la Torre de Fusileros, descendiendo por unas escaleras para cruzar de nuevo el río Aragón.
Durante el trayecto entre hermosos bosques, charlamos de nuestras cosas. Elvira reside en Erandio. La digo que conozco el pueblo, estuve allí unos días durante la construcción de unos remolcadores. –No sería en los Astilleros Ardeag??– me responde. Pues sí, exactamente fueron esos astilleros los encargados de la construcción. –Pues allí trabaja mi padre– me dice sorprendida. –Casualidades del Camino– la contesto también con sorpresa. Seguimos hablando un poco de todo, sobre Erandio, Bilbao, la ría, los barcos, etc. etc. y casi sin darnos cuenta nos encontramos entrando por la calle principal de la localidad de Canfranc. Allí es donde Elvira está hospedada en un Albergue Juvenil y aprovecha para pedir el picnic incluido en el precio del alojamiento.
Continuamos hacia Villanúa teniendo que cruzar otra vez el Río Aragón por un bonito puente medieval, llamado de los Peregrinos, el Camino pasa junto a los cañones que forma el río que discurre por la derecha con unas vistas impresionantes. Después nos adentramos en un bosque de coníferas. La parte izquierda del camino está protegida por un talud de piedras, una capa compacta de un tipo de musgo que jamás había visto cubre las piedras a uno y otro lado de la pista, se puede meter el puño entre el musgo de lo espeso que está. El Camino en este tramo es verdaderamente encantador con el murmullo de las aguas del río y el incansable trinar de los pájaros como música de fondo. Luego se salva la carretera por debajo de un túnel donde hay que agacharse para no dejar los sesos en el techo, se cruza de nuevo la carretera hacia la izquierda desembocando en lo que debió ser una calzada romana secundaria aprovechando una falla del terreno, poco después se llega a la caseta donde se sacan las entradas para visitar la Cueva de las Güixas (brujas). En ese punto se puede tirar a la derecha en dirección a la carretera o a la izquierda hacia el pueblo de Villanúa.
Como queremos comer allí, tomamos la flecha de la izquierda y en el centro del pueblo se encuentra el Albergue Tritón donde tenía yo previsto parar. Después de reposar un poco la comida me despido de Elvira agradeciéndole su grata compañía. Ella piensa continuar un poco más, seguramente hasta Castiello de Jaca. Me he dado cuenta que Elvira tiene alma de peregrina, estoy seguro que el día menos pensado se lanza al Camino.
Yo me dirijo hacia la carretera para esperar el autobús que debe pasar a las cuatro y veinte. Pero llegada la hora el autobús no aparece, y después de casi una hora esperando nos enteramos que había sufrido una avería y por lo tanto hasta las nueve no pasaba otro y después de pensarlo unos instantes decido continuar a pié hasta Jaca, ya veremos en que estado llego.
Sigo por el camino que discurre paralelo a la carretera y después de unos kilómetros pierdo las señales, debo haberme pasado. Como la carretera conduce también a Castiello pienso que la pérdida de flechas es irrelevante. Continuo por el arcén hasta una curva donde se encuentran un grupo de casas en un lugar llamado Villa Juanita. Allí consigo ver las flechas amarillas que me apartan de la carretera y por una cabañera en suave ascenso llego a la localidad de Castiello de Jaca por su parte más alta. Desciendo por la empinada calle Santiago hasta el barrio bajo, junto a la carretera y allí hago un descanso de cinco minutos, mientras tanto echo un vistazo por si estuviera Elvira por ahí pero no la veo, ya debe estar de vuelta.
El Camino se separa de nuevo de la carretera por la derecha hasta dar de frente con el río Ijuez (afluente del Aragón) que hay que cruzar por unos pontones con bastante riesgo de perder el equilibrio y consiguiente chapuzón en agua helada. Menos mal que lo vadeo sin novedad aunque sí con cierta dificultad, el río va bastante crecido.
Ni que decir tiene que mi cuerpo y piernas van notando los kilómetros y además siento un ligero nerviosismo porque el tiempo pasa y la tarde va declinando. Como el firme del Camino es aceptable acelero el ritmo, ahora la cabañera discurre por la margen izquierda del Río Aragón que a estas alturas va tomando anchura y cobrando fuerza.
Sobre las siete y cuarto llego a la Ermita de San Cristóbal que se encuentra cerrada como de costumbre, solo me quedan dos kilómetros escasos para llegar, menos mal. Tomo después una pista con duro repecho que enlaza con las primeras casas de Jaca. Son ya las ocho cuando atravieso el centro de la villa entre un gentío que está contemplando las tradicionales procesiones del Viernes Santo, para procesiones estaba yo. Me dirijo al Albergue para estampar el sello en la credencial, me encuentro bastante cansado, mi cuerpo ha acusado el esfuerzo, ya veremos si mañana puedo levantarme, ha sido una verdadera paliza.
Así que al apartamento a darme una buena ducha, cenar algo para recuperar energías y a acostarse pronto.
Hasta mañana si Dios quiere. Buenas noches.
Jaca-Arrés
Parcial 24 Km; Total 55 Km; A Santiago: 803 Km
El Camino Aragonés II
La Canal de Berdún
He dormido como un tronco. Me despierta la luz diurna que comienza a insinuarse a través de las cortinas. Parece que no me duele nada, menos mal. Hoy no tengo prisa, voy a aprovechar la comodidad del apartamento al máximo, queda mucho Camino por delante y no sé lo que me encontraré.
A las nueve me incorporo de la cama y después del aseo salgo dispuesto a hacerme un buen desayuno y a las diez y media ya me encuentro en el camino llamado de Mocorones que parte del final de la Avda. de la Constitución, pasa a pocos metros del apartamento de mi hermano y desemboca en la carretera nacional de Pamplona que alcanza a la altura del cementerio después de unos 2 km. Por poniente, abajo en el valle algo distante, se alcanza a ver el cauce del Río Aragón que va a ser compañero inseparable de viaje durante bastantes kilómetros. Tres parejas de excursionistas de San Sebastián me alcanzan y rebasan, me comentan que tienen intención de hacer unos kilómetros por el Camino y volver a Jaca.
El Camino discurre definitivamente en dirección oeste por un andadero paralelo a la carretera por su derecha, para tomar una cabañera que durante un kilómetro y medio se separa algo de la carretera para volver a retomarla durante unos metros y volver a abandonarla por la derecha por un camino que cruza un campamento militar abandonado. Es hora de desprenderse de la ropa de abrigo pues el sol comienza a hacerse notar.
Después de casi un kilómetro, se cruza la carretera nacional y por una pista se alcanza un arroyuelo que fluye por el barranco de Atarés y que hay que vadear por unas piedras con la ayuda del bordón. Se toma la carretera local de Atarés a la derecha y a los pocos metros se toma una pista a la izquierda que avanza por la ladera del monte entre pinos y robles con algunos repechos sin importancia. El grupo de excursionistas donostiarras camina ahora junto a mí y conversamos sobre el Camino de Santiago como no podía ser de otro tema. El día es espléndido quizá peca algo de caluroso pero soportable.
Sin darme apenas cuenta llego a la altura del Hotel Aragón por su parte trasera después de vadear otro riachuelo. Cruzo la carretera de San Juan de la Peña y a través de un sembrado alcanzo la de Binacúa por la que transito unos metros para enlazar con el camino que paralelo a la carretera y después de pasar por unas casas y granja llega a la carretera nacional que cruzo y me desvío por la local asfaltada de entrada a la población de Sta. Cilia. Han sido tres horas de caminata (son la una y media) cuando hago mi entrada en el pueblo con el grupo excursionista y nos dirigimos directamente a un bar pues el estómago está reclamando algo líquido y sólido.
Allí tomo un buen bocadillo de tortilla con un tomate regado con buena y fresca cerveza, escuchando los comentarios del cantinero. Cuenta que hace unos días habían pasado por el lugar una pareja de peregrinos con sus dos hijos pequeños y un burro. Según
él, los pequeños se alimentaban de la misma comida que el burro y se notaba en ellos evidentes signos de desnutrición por lo que tuvo que intervenir el médico para llamar la atención sobre el particular. También dice que está próximo a inaugurarse un nuevo albergue privado.
Después de un descanso, me despido de los donostiarras que se disponen a regresar a Jaca en lo que encuentren y tras colgarme la mochila retomo el Camino que continua por una pista a cierta distancia de la carretera nacional y mas tarde a un kilómetro y medio confluye en ella. Seguidamente, habrá que caminar por una senda junto al arcén. Ya hace bastante calor y cuando llego a la altura de un camping entro como una bala en el bar en busca de un refresco con mucho hielo para tratar de mitiguar la sed. Un peregrino acaba de abandonarlo, es el primero que veo en el Camino.
Una vez saciada la sed continúo por la senda hasta la altura de Puente la Reina. Sigo unos metros por la carretera de Huesca hasta una bifurcación donde un cartel de madera a
la izquierda anuncia una senda para llegar al albergue de Arrés. Debe ser un atajo y como no hay atajo sin trabajo allí me encuentro por una trocha en continuo ascenso por la ladera del monte entre pinos, arbustos y matorral con la panorámica constante algo a mi izquierda de la población medieval de Berdún que se recorta sobre una colina y que da nombre a la Canal que se pierde en la distancia al encuentro del pantano de Yesa.
Arrés se hace de rogar y debido a que la noche pasada debe haber llovido, la trocha se encuentra bastante mojada en algunos tramos lo que dificulta la marcha. Después de una hora y pico de rodeos y subidas, se corona el cerro donde se asienta la pequeña aldea de Arrés que aparece a mi vista de improviso.
La etapa está cumplida, el pequeño y coqueto albergue no tiene pérdida, la hospitalera Mar de Zaragoza me atiende con amabilidad asignándome cama. Saludo a los pocos peregrinos que han tenido la suerte de elegir este albergue y después de asearme y hacer la habitual colada del peregrino me acuesto a descansar.
La tarde se va volviendo fría y el cielo comienza a nublarse. Mar se ofrece a enseñarnos el pueblo que aloja únicamente a 12 vecinos. Nos lleva a la Peña que es el lugar más alto del pueblo y desde donde se divisa una bella perspectiva de la Canal de Berdún, también visitamos la Torre del Castillo junto a la vieja Iglesia y el horno comunal. Eso es todo, no hay más que enseñar.
Como hace frío y están cayendo gotas, entendemos que el mejor sitio donde se puede estar es en el interior del albergue. Allí entablamos una cálida conversación y nos vamos presentando. El peregrino que vi saliendo del bar del camping se trata del joven brasileño Tulio que comenzó el Camino en Canfranc-Estación. Después están un matrimonio de Algorta, Santi y Amaya que a su vez salieron de Somport donde pernoctaron en el albergue Aysa del que no hablan muy bien.
Cuando llega la hora, Mar nos invita a sentarnos para cenar. Ha preparado unos espaguetis que nos saben a gloria. Al poco rato aparecen una pareja francesa que vienen de vuelta de Santiago en coche, comentan que han visto a un solitario peregrino subiendo por la carretera. La mujer es una veterana jacobea; hizo el año pasado el Camino acompañada de un burro de apoyo.
Cuando estamos terminando la cena, aparece el rezagado peregrino. Se trata de Juan un muchacho de Zaragoza que ha salido tarde de Jaca, supeditada ésta a la hora de llegada del tren. Por supuesto no se queda sin cenar, la incansable y paciente Mar le prepara sus espaguetis.
Como los cuerpos están cansados, lo mejor es irse a dormir, la cosa no da para más, en el exterior hace bastante frío y llovizna.
Buenas noches y hasta mañana.
Arrés-Artieda
Parcial 15 Km; Total 70 Km; A Santiago: 788 Km
El Camino Aragonés III
El Embalse de Yesa
Son las siete cuando comenzamos a levantarnos. Parece que esta noche ha llovido, el cielo está completamente cubierto. La siempre dispuesta Mar nos prepara un buen desayuno y en contraprestación a su hospitalidad cada uno deja la voluntad, la verdad es que nos hemos encontrado en el albergue casi como en casa.
A las ocho estoy saliendo del pueblo, menos mal que de momento no llueve. Hay que descender el cerro por una senda bastante deteriorada y empinada que desemboca en una pista. Por ella se anda con comodidad. Una última mirada hacia atrás para despedirme de Arrés que va perdiéndose poco a poco allá en lo alto. Juan junto a Santi y Amaya me siguen a cierta distancia. Paso
junto a una borda y como era de esperar comienza a llover, hay que enfundarse el chubasquero. Juan me alcanza y caminamos cómodamente un rato juntos comentándome las incidencias de su viaje de Zaragoza a Jaca.
Después de una hora y media de marcha se alcanza la carretera de Martes que enseguida se deja por un camino a la derecha que en ascenso llega a una granja desde donde se puede divisar la localidad de Martes al frente algo lejos. Juan me dice que va a parar, así que continúo en solitario por un terreno de aluvión formado por arenisca gris que la erosión ha modelado a su antojo con perfiles inimaginables y que convierten el entorno en algo semejante a un paisaje lunar. Después de andar durante un rato por una meseta se desciende a una vaguada donde es preciso vadear, aunque sin dificultad, el arroyo Sobresechos.
Arrecia la lluvia y una vez remontada la vaguada, un peregrino que estaba cobijado bajo un árbol abandona su refugio circunstancial justo en el momento que llego a su altura, es el brasileño Tulio que lucha como puede con los plásticos que lleva para protegerse de la lluvia. Nos hacemos compañía.
Al poco rato llegamos a la Granja de Francisco de Asís un buen amigo del peregrino pero después de desgañitarnos llamándole, nos damos cuenta que no hay ser humano por los contornos, solo se podemos oir a los perros que no paran de ladrar y algún ganado menor a resguardo en los corrales, sin embargo la puerta de la Granja está abierta, Francisco no debe estar muy lejos. Es una lástima porque me habían recomendado su visita, no le importa dedicar su tiempo conversando con los peregrinos. Dicen que posee un sello de hierro del Camino de Santiago de mucha antigüedad, me hubiera gustado tenerlo estampado en mi credencial, otra vez será.
Seguimos nuestra marcha por carretera de asfalto soportando el incesante aguacero y al llegar a la subida de la localidad de Mianos, se detiene junto a nosotros un coche procedente del pueblo con un matrimonio en su interior. Nos saludan y correspondemos al saludo, no sé por qué me da la intuición que se trata de los dueños de la Granja que hemos pasado y efectivamente son Francisco de Asís y su mujer que habían acudido a Mianos a la celebración dominical de la Santa Misa. Nos sugieren que volvamos a la Granja con ellos pero declinamos su ofrecimiento amparándonos en el tiempo infernal que hace. Les preguntamos si vamos bien y nos contestan que sigamos por la carretera ya que aunque el Camino señalizado lo hemos dejado un poco antes, con la lluvia debe estar muy embarrado por lo que se hace aconsejable caminar por el asfalto, prácticamente es la misma distancia aunque con una subidita apreciable.
Les agradecemos su información y continuamos el ascenso hasta Mianos que atravesamos y 3 Km mas adelante llegamos al desvío de entrada a la localidad de Artieda que igualmente se asienta en lo alto de una colina, así que hay que sufrir un poco para vencer el fuerte repecho soportando además la inclemente lluvia.
Empapados hasta los huesos, llegamos por fin al Albergue que está ubicado en lo que fue la Casa Rectoral junto a la Iglesia de San Martín. La hospitalera nos recibe con malos modos, parece como si le fastidiase que llegaran peregrinos. De primeras nos dice, casi sin dejarnos hablar, que nos quitemos las botas y las dejemos a la entrada junto a los chubasqueros que están chorreando, creo que sobraba la advertencia pues resultaba obvio por parte nuestra y a continuación nos asigna cama. Se comporta con actitud zafia, todo son salidas fuera de tono, advertencias y prohibiciones. Ni que fuésemos niños!!. Sin embargo las instalaciones del Albergue me producen una grata impresión.
Después del aseo hacen su aparición el zaragozano Juan, y los algorteños Santi y Amaya. A estos últimos los aloja en otra habitación. Al poco rato aparece otro peregrino nuevo, se llama Pascual y hoy viene de Puente la Reina donde ha pernoctado en el Hotel del Carmen, bastante malo por cierto. Parece que aunque pocos, los peregrinos que voy encontrando formaremos un grupo bien avenido.
Nos encontramos charlando mientras ordenamos nuestro equipaje cuando aparece la “hospitalera” que me dice que afuera hay unos familiares que preguntan por mí. Quién podrán ser?? -me pregunto- me preocupa la noticia porque la verdad es que no espero a nadie y menos a familiares. Salgo con ella y cual no será mi sorpresa cuando reconozco a los zaragozanos Gema e Ignacio unos buenos amigos del Grupo “Camino de Santiago”. Tienen valor con el día que hace venir desde Zaragoza a visitarme. Me comentan que han pasado por Arrés (calculaban que yo me encontraba allí) y Mar les dijo que ya había partido hacia aquí. En fin, no tengo mas remedio que agradecerles su deferencia y como iba siendo hora de comer, hacia el comedor nos dirigimos todos.
La comida deja mucho que desear, menos mal que la compañía de Gema e Ignacio compensa con creces la mediocridad de las viandas, animando el cotarro con una amena tertulia. Los peregrinos nos mostramos muy complacidos con su presencia y sobre todo con la oratoria y locuacidad de la amiga Gema que comunica perfectamente con los presentes dándonos a conocer su amplio repertorio jacobeo en cuanto experiencias personales se refiere. Cuando damos por concluida la comida, si puede dársele ese nombre, nos desplazamos al bar del pueblo para continuar la sobremesa y calentar el cuerpo con alguna que otra copilla. Cuando llega la hora, nos despedimos de Gema e Ignacio a los que agradezco sinceramente su visita.
Afortunadamente ha dejado de llover, así que me doy una vuelta por el pueblo y lo que más me sorprende es la vista panorámica que puedo contemplar desde la cornisa norte del cerro que hace de balcón natural hacia la Canal de Berdún con la cola del pantano de Yesa justo al frente, es para recrearse unos minutos. Comunico a los demás peregrinos mi descubrimiento y todos en compañía nos desplazamos al balcón de Artieda.
Si la comida fue mediocre, qué podíamos esperar de la cena!!. A ella se añade un peregrino alemán que había salido de Somport y que asiste al acto como convidado de piedra, no sabe ni una palabra de español.
En fin, hace frío y donde mejor se debe estar es dentro del saco de dormir con la ayuda de la calefacción que la hospitalera es reacia a poner en funcionamiento. Vaya hospitalidad!! No he visto cosa igual en todo el Camino. Un cero patatero para ella.
Mañana será otro día. Buenas noches.
Artieda-Sangüesa
Parcial 31 Km; Total 101 Km; A Santiago: 757 Km
El Camino Aragonés IV
Son las siete y cuarto cuando me dispongo a salir, hoy conviene salir pronto porque será una larga jornada de marcha. Voy haciendo Camino– les digo a mis compañeros peregrinos- si no nos encontramos antes, os espero almorzando en el Albergue de Ruesta. No hay desayuno que valga, a esas horas a la simpática hospitalera no le viene bien levantarse para preparar los desayunos, así que me tengo que conformar con una barrita energética para ir tirando hasta llegar a Ruesta.
Hoy el día se presenta mucho mejor, parece que el frente nuboso ha pasado y en el cielo solo se ven nubes sueltas. De todas formas habrá que tener cuidado por donde me meto porque la lluvia caída el día de ayer habrá embarrado algunos tramos del camino.
De momento salgo del pueblo descendiendo por el asfalto hasta llegar al llano tirando hacia la izquierda. Sigo por la carretera hasta llegar a una nave agrícola donde las flechas dirigen por una pista de tierra en buenas condiciones que sirve de atajo (evita ir hasta el embalse de Yesa y volver). Al poco rato conecto de nuevo con la carretera que por la ribera izquierda del embalse me conduce entre pinos y robles al pueblo en ruinas de Ruesta. Voy muy cómodo, la temperatura es ideal y el paisaje alegra la vista, sobre todo las panorámicas del embalse entre los pinos, he declinado seguir las flechas indicadoras del Camino pues intuyo que las sendas a las que dirigen, deben estar llenas de barro o agua y por otra parte al estar el asfalto mojado y el tráfico de vehículos inexistente iría mucho mejor por la carretera.
Voy pensando en lo que debieron sufrir los habitantes de los pueblos ribereños, privados de sus tierras de labor anegadas con las aguas del río Aragón allá por el año 1959. Después de dos horas y media de marcha me encuentro con el desolado pueblo-fortaleza de Ruesta. Allí solo queda un Albergue gestionado por el sindicato CGT ubicado en unas rehabilitadas mansiones y al que se le da el doble uso juvenil y de peregrinos. Como es hora de almorzar me dirijo al bar donde pido y me sirven un buen bocadillo de tortilla.
Mientras estoy dando cuenta del bocadillo, aparecen los demás compañeros peregrinos. Juan dice que anda algo tocado, le han salido unas molestas ampollas. Descansamos un buen rato charlando y haciendo fotos y junto a Pascual emprendo la marcha.
Aquí se abandona al fin el asfalto, ya que la carretera conduce al pueblo medieval de Sos del Rey Católico, muy pintoresco por cierto. Primero hay que descender con alguna dificultad por una calle empedrada hasta llegar al camping que está situado casi al nivel del embalse que se descubre por un entrante del mismo. Cruzamos las escasas tiendas de campaña montadas y pasamos junto a una Fuente y enseguida por delante de la pequeña Ermita de Santiago. Desde este punto comienza una severa pendiente hacia poniente que nos adentra en la frondosa Sierra de Peña Musera. Ahora debemos salvar un desnivel de 400 metros que se nos hace eterno, a pesar que se camina por una pista en buenas condiciones y rodeados de pinares. Al alto de la sierra llegamos con la lengua fuera después de casi dos horas de fuerte subida, pero la panorámica desde allí compensa el esfuerzo, allá abajo hacia poniente divisamos la población de Undúes de Lerda situada en un extenso valle.
Después de caminar un rato por terreno llano esquivando como podemos los enormes charcos que inundan la pista, toca la bajada con el cambio de ritmo y trabajo muscular nuevo que ello conlleva. Pero vamos contentos porque la mitad de la etapa está próxima a llegar.
Un kilómetro y medio antes de llegar hay que desviarse por una senda a la izquierda de la pista hasta llegar a un arroyo que cruzamos y caminar por una calzada romana bastante bien conservada. Un último esfuerzo para vencer otro fuerte repecho y a la una y media estamos entrando en la señorial población de Undúes de Lerda, última población del Camino de Santiago a su paso por Aragón. Toca descanso y avituallamiento.
En el único bar visible del pueblo entramos y después de despacharnos unas frescas cañas de cerveza nos aprestamos a comer. Buena comida por cierto. Cuando estamos con los postres aparecen Juan, Tulio, Santi y Amaya que también se disponen a reponer calorías.
Pascual y yo nos despedimos de ellos hasta Sangüesa. Quedan aún casi 11 km para la conclusión de la etapa y ya se sabe que después de comer se hace aún mas difícil el caminar, y la temperatura en aumento seguro que no nos ayudará nada.
Marchamos, sin prisa pero sin pausa, por pistas agrícolas. Nos metemos por un atajo y acabamos atravesando un sembrado de cereal. Traspasamos el límite Aragón-Navarra indicado por un panel pero Sangüesa se hace se hace rogar. Nos cruzamos con varias personas que nos animan diciéndonos que nos falta poco pero Sangüesa sin aparecer. Vislumbramos un núcleo de villas dispersas que atravesamos entre cuidados bancales que emiten un agradable olor a verdura fresca. Los dos últimos kilómetros como de costumbre se nos hacen eternos, igual da que la etapa sea de 15 km como de 40 km, que los dos últimos se hacen siempre los mas pesados ¿Por qué será?.
Al fin aparecen las torres de las iglesias y de sopetón en una hondonada aparece Sangüesa. Preguntamos a unas vecinas por el Albergue y nos informan puntualmente -pero eso sí -nos dicen, -tendrán la credencial porque las monjas es lo primero que les pedirán-.
Siguiendo las indicaciones recibidas entramos en la Residencia Municipal gestionada por las Hijas de la Caridad y donde la monja recepcionista antes de que abramos la boca nos pide que le enseñemos las credenciales, tenían mucha razón las vecinas, y después de echarles un minucioso vistazo y sellarlas nos entrega la llave del Albergue que está adosado a la Residencia. En el primer piso nos encontramos con algunas camas a nuestra disposición con sábanas y mantas. No estamos solos, ya han llegado algunos peregrinos pero intuyo que vamos a dormir a gusto sin hacer uso del saco de dormir. Nos aseamos y yo hago la colada rutinaria.
Al poco rato aparecen los demás compañeros peregrinos, Juan continua bastante tocado con una ampolla ensangrentada que le preocupa y toma la prudente decisión de volver a Zaragoza, de todas formas solo pensaba llegar hasta Puente la Reina. Los demás comme ci comme ça si me permiten el uso de la expresión francesa.
Salimos todos juntos a visitar la villa. Por la calle Mediavilla enfrente del Albergue, nos dirigimos hacia el centro. Pasamos junto a la Iglesia de San Salvador, construcción gótica en estado de conservación muy deplorable, con representación del Juicio Final en su bella portada. Poco después a la izquierda contemplamos la fachada de estilo churrigueresco del Palacio de los Marqueses de Valle-Santoro con sus esbeltas columnas salomónicas y un respetable alero de madera muy artístico y sobre el dintel un gran escudo de armas; actualmente se aprovecha como Casa de Cultura. Mas adelante, la calle enlaza con la calle Mayor.
A la izquierda en primer lugar nos fijamos en una fachada de estilo gótico perteneciente al Palacio de Añués un buen ejemplo de casa palaciega, y un poco más allá a la derecha hay que descubrirse ante la portada de la Iglesia de Sta. María la Real de estilo románico que no tiene desperdicio, por algo le ha valido justamente la calificación de Monumento Nacional.
La Torre cubre el crucero, sobre una planta cuadrada se alza el cuerpo de la linterna propiamente dicho de planta octogonal y que consta de tres volúmenes claramente diferenciados. El inferior de estilo románico de transición solo exterioriza dos óculos orientados norte-sur; el del centro cuenta con ventanas muy atractivas en cada cara de estilo marcadamente gótico; el superior contrasta con el anterior por su sobriedad; y rematando la torre se cimienta una larga aguja piramidal estandarte de la villa, dejando un espacio transitable alrededor protegido por una balaustrada. En el interior de la Iglesia destaca el retablo mayor de estilo plateresco presidido
por una talla plateada gótica de la Virgen de Rocamador de gran tradición peregrina y un capitel doble en el lado izquierdo del arco principal del ábside central con una representación de la Huida a Egipto. También merece la pena dedicar algo de tiempo a la contemplación del techo que produce grata impresión.
Volvemos sobre nuestros pasos por la calle Mayor llegando a la altura del Consistorio de estilo renacentista con magnífica fachada cuya construcción data del año 1570 según reza una placa, con soportales conocidos popularmente como Las Arcadas. A través de ellas y un patio se llega al Palacio-Castillo del Príncipe de Viana en el que se ubica una Biblioteca Pública. Siendo Sangüesa de gran tradición jacobea, no podía faltar la Iglesia de Santiago de origen románico ubicada en el centro histórico de la villa.
Como va llegando la hora de tomar algo, decidimos a entrar en un pequeño restaurante de la calle Mayor donde hacemos una cena ligera. Allí Juan ratifica su intención de regresar a Zaragoza, seguramente le llevarán en coche dos chicas que están haciendo parte del recorrido jacobeo aragonés en plan turístico.
Cuando salimos del restaurante ya es de noche, es hora de volver al Albergue a descansar que mañana la etapa es también de las largas. Cuando llegamos al dormitorio ya se encuentran todos sus huéspedes peregrinos o turistas, lo que puedo asegurar es que todos disponen de una credencial.
Buenas noches y hasta mañana.
Sangüesa-Monreal
La Foz de Lumbier
Parcial 30,5 Km; Total 131,5 Km; A Santiago: 726,5 Km
El Camino Aragonés V
Está amaneciendo cuando comenzamos a movernos, el bueno de Tulio que esta noche he tenido de vecino, me comenta que las dos bicigrinas que están a su costado no han pegado ojo con mis ronquidos, es evidente que él tampoco habrá dormido mucho. Lo siento- les digo, -deberíais saber que en los albergues son imprescindibles los tapones de oidos, tras lo cual recibo la callada por respuesta. Me despido de Juan al que prometo que cuando pase por Zaragoza le llamaré por teléfono para vernos. –Llegue o no a Compostela, tendrás noticias mías -concluyo.
Pascual y yo nos despachamos pronto y nos aprestamos a comenzar la nueva etapa. Para esta etapa existen dos opciones: la de Rocaforte o la de Lumbier. Nosotros teníamos desde ayer bien decidido cual tomar: la Foz de Lumbier, sin lugar a dudas. Vamos en dirección a la calle Mayor en busca de un bar donde poder desayunar, pero a esas horas tempranas no hay nada abierto. Tenemos que hacernos a la idea de marchar con el estómago vacío hasta Liédana que se encuentra a unos 5 km.
Pasamos de nuevo por delante de la portada de la Iglesia de Sta. Mª la Real y cruzamos el Puente de Sta. María sobre el Río Aragón. Tomamos la carretera de Pamplona avanzando por su arcén izquierdo, no hay andadero que valga, menos mal que la circulación a esas horas es escasa. Mas o menos a medio kilómetro está el desvío a Rocaforte pero nosotros continuamos. Pasamos por una gran Papelera cuyas chimeneas vomitan humo permanentemente, están listos los vecinos de Sangüesa cuando el viento les lleve el humo y los vapores que desprenden los lavaderos. Llegando a una rotonda a la entrada de Liédana, nos alcanzan las bicigrinas que no dejé dormir y que se dirigen como nosotros al complejo hotelero La Torre situado a la derecha. Allí es donde nos hacemos un buen desayuno. Cuando nos disponemos a salir, una señora sonriente nos saluda y anima efusivamente, ella también había sido peregrina.
Con el estómago satisfecho reemprendemos la marcha. Cruzamos el puente sobre el río Iratí que nos deja en la parte baja de Liédena donde comienza el andadero que se dirige a la Foz. La senda cruza campos de olivos y viñedos y a unos 2,5 km llegamos al primer túnel que da acceso a la Foz de Lumbier. A la izquierda una senda conduce a las ruinas del Puente del Diablo paso estratégico que salvaba el río y que fue destruido por los franceses durante la Guerra de la Independencia.
Entramos en el túnel que no dispone de iluminación, la luz que nos llega de la entrada poco a poco se va disipando hasta que en una curva nos quedamos completamente a oscuras perdiendo el sentido de la orientación, tengo que hacer uso de mi pequeña linterna pero apenas alumbra y no nos queda mas remedio que servirnos de los bordones para no tropezar con las paredes, menos mal que la angustia termina pronto, pero son unos momentos que se pasa mal. La luz que penetra por la otra boca nos va llegando lentamente, solo faltan unos metros para traspasarla. La vista que podemos contemplar al
otro lado es sorprendente, el camino junto al río zigzagueante discurre entre dos cortados que parecen perpetrados a cuchillo. En este biótopo insólito, se ha aclimatado una rica fauna sobre todo de buitres leonados, alimoches, águilas y vencejos reales que no tienen problema en encontrar en las cornisas, hendiduras y cavidades de las paredes calizas del cañón, un lugar adecuado para nidificar. Alzamos la vista y vemos en una cornisa la silueta de un buitre junto al nido y sobrevolando la Foz un águila real planeando majestuosamente sobre nuestras cabezas lo que nos hace detenernos para contemplar el espectáculo. Reanudamos la marcha sabiendo sin lugar a dudas que muchas decenas de pares de ojos nos vigilan y están controlando nuestro movimiento. Seguimos absortos por el camino que en su día sirvió de plataforma para un tren maderero que incluso llegó a transportar viajeros entre Sangüesa y Pamplona y que entró en servicio a principios del siglo pasado, el Tren del Iratí le llamaban cuyo trayecto coincidía casi por completo con el de las armadías que bajaban por el río arrastradas por la corriente. Después de un kilómetro de marcha por tan bello
paraje nos encontramos con la boca del segundo túnel, entrando con precaución no sin antes echar una última y obligada mirada al cañón. Este túnel al ser recto no tiene ninguna complicación de iluminación.
A la salida del túnel se produce un cambio radical, se abren los espacios transitando el camino entre campos de cultivo de hortalizas y cereal. Pasamos por un área de descanso y aparcamiento de coches y una pista agrícola nos conduce dos kilómetros mas allá a la Villa de Lumbier la que durante la época memorable de La Mesta tuvo gran importancia en la cañada real salacenca. Son las once cuando nos sentamos en la terraza del Mesón Iru-bide, situado a pié de Camino en la parte baja del pueblo, para tomar algo fresco. Pascual se queja de los pies, nos descalzamos los dos para controlarlos y airearlos. Pascual observa unas ampollas en la planta del pie que no le gustan nada y le molestan bastante. Le doy un parche especial para que se lo ponga. Yo gracias a Dios voy muy bien de momento.
Después del descanso retornamos al Camino. Hace un día de sol espléndido y el calor se va haciendo notar. A la salida, cruzamos de nuevo el Iratí por un puente e inmediatamente nos desviamos a la derecha por pistas agrícolas hasta las estribaciones de la Sierra de Izco, entre campos inmensos sembrados de cereal que parecen una alfombra verde sobre la extensa llanura.
Una hora después llegamos al poblado de Nardúes, donde no se ve un alma por la calle. Saliendo del pueblo, el camino roza casi la carretera y perdemos por primera vez las señales amarillas pero nuestra intuición nos guía al pueblo siguiente, Aldunate, que no dista más de un kilómetro, lo tenemos a la vista. Otro pueblo parecido al anterior sin un alma visible por la calle.
A partir de ahí el trayecto se complica y comienza a hacerse duro. La señales vuelven a desaparecer y guiados de nuevo por la intuición seguimos adelante por trochas que atraviesan cercados, arroyos y fangales con la única referencia de un poste eléctrico en lo alto. Pasamos los dos unos momentos de apuros en los que los músculos de las piernas tuvieron que trabajar a conciencia. Si hubiéramos sabido esto, habríamos salido en Nardúes a la carretera, pero eso será la próxima vez.
Llegamos al Alto de Loiti extenuados a lo que ayudaba el calor sofocante que hacía por lo que decidimos darnos un respiro.
Haciendo caso a la guía continuamos por el arcén de la carretera poco más de un kilómetro, así nos evitamos un camino polvoriento con fuerte repecho. Tomamos un desvío a la izquierda, alcanzando la población de Izco poco después, son la dos de la tarde. A la entrada del pueblo nos encontramos con unos peregrinos que están descansando junto a una fuente, un matrimonio con el hijo que ya conocíamos de vista en Sangüesa, les saludamos y nos contestan cortésmente BUEN CAMINO!!.
Nuestros estómagos nos están demandando algo de comida, así que nos dirigimos al Albergue pero está cerrado. Unos vecinos nos sugieren que llamemos por teléfono a la hospitalera que no tendrá ningún inconveniente en venir y proporcionarnos algún alimento. Eso hacemos y efectivamente al poco rato aparece con dos barras de pan tierno. Entretanto nos descalzamos para ventilar los pies. Pascual se sigue quejando, las botas casi recién compradas le están pasando factura, da unos pasos en calcetines por una pista de juego y dice que nota algo de alivio.
La hospitalera muy amable nos prepara unos buenos bocadillos de jamón que comemos con avidez acompañados de unas frescas cervezas. Ya estamos dispuestos para seguir adelante. Por donde andarán Santi, Amaya y Tulio??– nos preguntamos, –no tienen que andar muy lejos.
Nos quedan casi 9 km para completar la etapa, eso está hecho– le digo a Pascual para darle ánimos, –ya veremos si mis pies lo aguantan– me responde.
A partir de ahora contamos con una buena referencia, el Monte Higa que da sombra a Monreal y que se distingue perfectamente por terminar en punta. Pero nosotros vamos a tener pocas sombras por la pista de concentración parcelaria por la que transitamos bajo un sol de justicia, los kilómetros se van haciendo notar sobretodo por la paliza que nos dimos subiendo el Alto de Loiti y el calor, sumado a ello la modorra ocasionada por la digestión de los bocadillos.
Llegamos a Abinzano pasando por la Iglesia de San Pedro y siguiendo por la pista, hacemos la entrada por el Puente Grande en la población de Salinas de Ibargoiti después de una hora de caminata. A la salida de Salinas termina la pista que se convierte en una senda que alcanza un barranco por el que hay que vadear un río. Poco después nos adentramos en un pinar donde comienza una pista forestal, por fin tenemos sombra, y poco después por un robledal, haciendo la entrada en Monreal por un puente que salva el río Elarz, son las cinco de la tarde. El famoso puente medieval se encuentra un poco mas al frente, nos damos cuenta mas tarde.
Como queremos descansar bien, nos dirigimos directamente al Hostal Unzúe situado al borde de la carretera, donde nos ofrecen una buena habitación.
Después de asearnos a conciencia, inspeccionar los pies y hacer la colada reglamentaria, nos dirigimos al centro del pueblo acercándonos al Albergue. Allí encontramos a Tulio, Santi y Amaya que han llegado reventados. Hacemos algo de tiempo y todos juntos nos acercamos al Hostal para cenar. Comentamos el espectacular paso por la Foz de Lumbier aunque no faltaron comentarios a la dureza de la etapa así como a los problemas con los pies y rodillas y nos preguntamos si Juan estará ya en Zaragoza, nos acordamos mucho de él.
Acabada la cena y como los cuerpos no están para mucho trote estimamos que lo mejor que podemos hacer es retirarnos a descansar pues mañana la etapa es bastante larga.
Buenas noches y hasta mañana.
Monreal-Puente la Reina
Parcial 31 Km; Total 162,5 Km; A Santiago: 695,5 Km
El Camino Aragonés VI
Eunate
Son las siete cuando nos encontramos preparados a la salida del Hostal Unzué a comenzar la nueva jornada. El día parece que va a ser un calco del anterior, ninguna nube en el cielo. A esa hora la cafetería del hostal está cerrada así que nos dirigimos hacia el pueblo por si encontramos algo abierto. La silueta del Monte Higa se dibuja sobre el pueblo al que parece estar protegiendo, los vecinos de Monreal deben estar apurando los últimos minutos de sueño de esta noche pues no se ve a nadie por la calle.
Encauzamos la calle Mayor que hace de sirga peregrinal en busca del Camino y a falta de café con leche y bollo o tostadas, nos tenemos que conformar con desayunar una tableta energética que va muy bien para estas ocasiones que se repiten a lo largo del Camino con alguna frecuencia.
La calle Mayor desemboca en el Camino de los Carros que nos conduce por una senda entre matorrales y arbustos por la falda del Monte Higa hacia el Río Elorz por cuya margen derecha marchamos durante un tramo hasta cruzarlo por un puente. Una señal a la derecha nos indica el sitio donde se puede ver la llamada Piedra de San Blas pero nosotros seguimos adelante.
Nos encontramos con una buena pista pero por poco tiempo ya que pronto se convierte en una senda estrecha que sigue por la ladera de la Sierra de Alaíz y tras vadear un barranco y después de un fuerte repecho entramos en el pueblo de Yárnoz por su parte alta. Por el momento caminamos sin problemas menos mal que no oigo quejarse a Pascual. Seguimos por continuos altibajos a media ladera de la sierra con el panoprama a la derecha de las obras de lo que será una nueva autovía pasando por los poblados de Otano, Ezperun y Gerendiain pueblos por otra parte sin ningún interés y sin servicios. Llegamos a un punto
desde el que me doy cuenta que se distingue perfectamente la ciudad de Pamplona y hacia la izquierda el Alto del Perdón con sus molinos eólicos alineados en la cima, circunstancia que pongo en conocimiento de Pascual y no tenemos mas remedio que parar unos instantes para contemplar la bella perspectiva y tomar unas fotos. Incluso creo divisar la peligrosa pista de bajada del Alto del Perdón (se la señalo a Pascual), viniéndome a la memoria aquel día del mes de septiembre de 2001 en el que con toda la ilusión del mundo realizaba mi Primer Camino.
Nos ponemos nuevamente en marcha y nada mas salir de Gerendiain nos topamos con una vieja cantera escondida en la ladera de la sierra pero enseguida nos adentramos en un hermoso encinar que se extiende hacia nuestra izquierda teniendo a nuestra derecha la agradable visión de grandes campos de cultivos que se benefician de la fertilidad del valle del Río Elorz.
Vamos ya un poco agotados y con los estómagos reclamando su ración mañanera. Sobre las once hacemos la entrada en el pueblo de Tiebas pasando junto a la Iglesia de origen románico de Santa Eufemia yendo sin demora en busca de un bar donde complacer a nuestros estómagos vacíos y a nuestro cuerpo sediento, es decir, una parada técnica en toda regla, por otra parte, el calor ya se va haciendo notar.
Así lo hacemos en el único bar del pueblo y de casualidad porque se encontraba en obras. La dependienta, una sudamericana en su primer día de trabajo, no se aclaraba mucho, menos mal que el dueño se hace cargo de la situación y nos compensa con unos buenos bocadillos de embutido regado como de costumbre con unas jarras de fresca cerveza, ya estamos dispuestos para continuar.
Desde aquí se nos presentan dos opciones: por la derecha la que pasa por el barrio de Campanas y por la izquierda la que pasa por Muriarte de Reta, las dos convergen en la localidad de Enériz. Optamos por la segunda alternativa.
Siguiendo las flechas, nos dirigimos por la parte alta del pueblo hacia el campo de fútbol que bordeamos para después marchar por una pista en paralelo a la autopista de Pamplona. Al frente, nuestros ojos perciben un gran bocado en el monte, se trata de una gran cantera con mucha maquinaria en funcionamiento e incesante movimiento de camiones. La pista desciende hasta la vía de acceso a la cantera y por un polvoriento túnel salvamos lo más deprisa que podemos la autopista e inmediatamente la carretera nacional internándonos en una arboleda. Un suspiro de alivio sale de lo más profundo de nuestros pulmones. Poco después cruzamos la vía del tren por un paso inferior, desembocando por fin en la pequeña localidad de Muriarte de Reta. Ha sido un tramo de los mas feos de este Camino Aragonés que deberíamos olvidar pronto. A todo esto, Pascual vuelve a quejarse de los pies, vaya por Dios!!.
Viene ahora una suave pendiente de buen camino asfaltado entre sembrados de hortalizas que nos deja en la localidad de Olcoz. Atravesamos el pueblo, a las afueras encontramos un almacén abierto y entramos para pedir agua fresca y además del agua nos ofrecen amablemente una cerveza que a mí me sabe a gloria. Desde aquí -nos dice el almacenero- el camino discurre todo en suave bajada hasta Puente la Reina y además es buen camino-, información que agradecemos de verdad pues anima algo a Pascual.
Pero Pascual va de mal en peor y no tenemos mas remedio que parar en la cuneta. Pascual se descalza y aparece una gran ampolla en un pie que es la causante de los dolores, entonces le ayudo a ponerse un parche especial para ampollas.
Con los pies ya aireados y medio curados reemprendemos la marcha por una pista en continua bajada y sobre las dos de la tarde estamos entrando a través de un puente sobre el Río Robo en la localidad de Enériz donde toca hacer una parada para comer y descansar al mismo tiempo. Nos dirigimos al Mesón de Santi que se encuentra al borde de la carretera y allí damos buena cuenta del menú de la casa. A Pascual le noto preocupado por sus pies y me comenta que posiblemente tenga que abandonar en Puente la Reina. Trato de animarlo señalándole que posiblemente el parche pueda con la ampolla, pero él no se queda muy conforme.
Cruzamos de nuevo el Río Robo y abandonamos Enériz por una pista en buen estado que discurre por la margen izquierda del río, en paralelo a la carretera. Llevamos andado muy poco cuando divisamos a lo lejos una diminuta construcción en medio de campos de cultivo y conforme nos vamos acercando nos damos cuenta que se trata de la original Ermita de Nª Sra. de Eunate que dista casi 3 km de Enériz.
Esta ermita es otro de los hitos del Camino, una singular construcción románica del siglo XII llevada a cabo según algunas fuentes por los templarios. Su singularidad radica en que es de planta octogonal ligeramente irregular y está rodeada por una arquería poligonal que da nombre a la ermita (Eunate en vascuence significa, cien puertas) y que podría haber pertenecido a un claustro descubierto. Son 33 los arcos que componen la arquería con diferencias apreciables en cada arcada y con capiteles decorados de los que solo se conservan 14, todos ellos en el mismo sector. Nos llama la atención la altura de los muros de la ermita, más altos de lo normal para una construcción románica. En el eje principal se ubica una puerta de entrada alineada con el ábside y en el eje transversal se abre una segunda portada. Nos fijarnos en la torrecilla adosada de planta cuadrada cuyo interior dispone de una escalera que da acceso al tejado. Cierra el octógono una cubierta formada por losas de piedra y coronando la cubierta una espadaña de doble arco de medio punto.
Como es natural entramos al interior de la ermita donde nuestra vista debe tomarse su tiempo para adaptarse a la oscuridad reinante. Allí se respira espiritualidad, abstracción y sobriedad produciendo en nuestro interior una impresión fascinante que te transporta a siglos pasados. Allí sentado en uno de sus bancos echo una visual alrededor contemplando abstraído sus sobrios muros y techo,
por último mi mirada se detiene en la talla de la Virgen con el Niño pasando por mi mente innumerables recuerdos, de mi familia, amigos y peregrinos que he tenido la suerte de conocer y otros que a pesar de no haberlos conocido han dejado en mí una huella imborrable, viene a mi mente la imagen del peregrino Ludovicum cuyas cenizas se hallan esparcidas en las ruinas del Hospital de Sta. Cristina, como os conté al principio de este Diario, y que seguro estuvo alguna vez en este lugar, creo que se merece este recuerdo tan especial.
Pasa el tiempo y es hora de reemprender la marcha, nos da mucha pena pero así es el peregrinar. Solo nos resta unos cinco kilómetros para concluir la jornada. Ya tenemos Puente la Reina a tiro de piedra y con la dosis de ánimo y fuerza interior obtenida durante nuestra estancia en la Ermita no debemos tener grandes dificultades para llegar.
Abandonamos el lugar no sin echar fugaces miradas hacia atrás pero debemos mirar adelante, allí nos espera Compostela. El camino sigue discurriendo por la margen del Río Robo, ahora por nuestra izquierda teniendo siempre a la vista la carretera por nuestra derecha. Un poco en alto divisamos la población de Obanos, prácticamente nos encontramos en la confluencia de los Caminos Aragonés y Francés, circunstancia ésta recordada por un cartel plantado mas adelante: “Desde aquí, todos los caminos a Santiago se hacen uno solo”.
Son las cinco y pico cuando entramos en Puente la Reina directamente a la calle donde se encuentra el Albergue de Peregrinos de los PP. Reparadores. Allí ya están alojados sesenta y tantos peregrinos, evidentemente el panorama ha cambiado, esto ya no se parece en nada al Camino Aragonés. Nosotros nos dirigimos al albergue que el Hotel Jakue ha dispuesto en su complejo.
Si bien el Albergue del Hotel Jakue está ubicado en el sótano, dispone de buena ventilación y claridad aunque ésta sea artificial. Las salas-dormitorio están compartimentadas por biombos, a nosotros nos asignan un área suficiente con una litera. Los aseos y duchas, independientes para hombres y mujeres, son excelentes.
Después de una buena ducha y la colada habitual, salimos a pasear y esperar la llegada de Santi, Amaya y Tulio en la plaza donde se encuentra el Albergue de los PP Reparadores. Allí charlamos con un inglés que viaja en una roulotte equipada con material de primeros auxilios a disposición de los peregrinos que necesiten de sus servicios y que suele plantarse en lugares estratégicos del Camino entre Roncesvalles y Puente la Reina. Pero no quito la cama a ningún peregrino– nos puntualiza, –duermo en la “roulotte”. A esta hora, son las siete de la tarde, el Albergue supera los ochenta registros.
Como ya es algo tarde y nuestros amigos no aparecen regresamos al hotel y es allí donde los encontramos, resulta que han venido por la carretera y nosotros esperando como tontos por donde habíamos hecho la entrada creyendo que ellos también lo harían por ahí.
Llega la hora de cenar y juntos nos disponemos a cumplir el trámite en el mismo hotel. Comentamos incidencias de la dura etapa pero sobre todo nuestra conversación se centra en Eunate. A Pascual lo encuentro serio, posiblemente está barajando la posibilidad de abandonar, ya veremos como pasa la noche, ojalá se recupere.
Y llega la siempre triste despedida, Santi y Amaya tienen que regresar a su Algorta querida, han cumplido el objetivo que llevaban in mente. Buenos peregrinos que contarán siempre con mi amistad y gratitud, asiduos al Camino, incluso han ejercido de Hospitaleros en el Albergue de Nájera. El brasileño Tulio, fotógrafo de profesión, continúa hasta Compostela y depende como llegue, tiene intención de seguir hasta Fisterra donde procederá al ritual peregrino de quemar la ropa.
Concluida la cena nos despachamos unos pacharanes que sobretodo a Tulio le encantan y con ellos sellamos nuestra amistad y brindamos por el feliz regreso a casa de los algorteños, por la recuperación de Pascual y por una dichosa llegada a Compostela.
Es hora de retirarse a descansar, lo necesitamos todos pero especialmente Pascual. Al bajar al albergue, me doy cuenta que existe otra sala que está completamente vacía. Tomo mis pertenencias y me traslado a ella acomodándome en una de sus literas, puedo elegir la que quiera, están todas a mi disposición en la amplia sala, Pascual me lo agradecerá y también los demás peregrinos, podrán dormir sin oír mis ronquidos.
Buenas noches y hasta mañana.
Puente la Reina-Estella
Parcial 19 Km; Total 181,8 Km; A Santiago: 644 Km
Encuentro con el Camino Francés
Ya solo quedamos tres de los que compartimos Camino en el aragonés: Pascual, Tulio y el que escribe.
En compañía del bueno y sufrido Pascual emprendo camino hacia Estella, cruzamos la placeta donde se encuentra el Albergue de Peregrinos de los Padres Reparadores, pasamos bajo el arco de la Iglesia del Crucifijo de fundación templaria, cruzamos la carretera y enfilamos la calle Mayor pasando delante de la bella portada de la Iglesia de Santiago hasta el famoso puente románico de seis ojos que salva el río Arga. Pronto nos percatamos del cambio de panorama. Ya no somos un grupito de 6/8 peregrinos, el número de peregrinos ha aumentado considerablemente. Peregrinos por doquier acompañan nuestros pasos, el Camino se ha convertido en algo parecido a una romería.
Los pies de Pascual no terminan de curarse, cada paso que da es un sufrimiento para él, lo voy notando en los gestos de su cara, pero sigue mi marcha a pesar de todo.
Pasados los fuertes repechos que hay que superar antes de llegar a Mañeru, tomamos la carretera antigua evitando de esa forma los continuos desniveles que le siguen.
Nada mas salir de Cirauqui se toma la calzada romana en busca de un pequeño puente romano semi-derruido, los peregrinos marchamos casi en fila india.
El Camino transita cerca de la carretera, por un pequeño puente gótico salvamos el río Salado, el mencionado por Aymeric Picaud en su Códex Calixtinus, Libro V, capítulo VI “Por el lugar llamado Lorca, por la zona oriental, discurre el río llamado Salado: ¡cuidado con beber en él, ni tú ni tu caballo, pues es un río mortífero! Camino de Santiago, sentados a su orilla, encontramos a dos navarros afilando los cuchillos con los que solían desollar las caballerías de los peregrinos que bebían de aquel agua y morían. Les preguntamos y nos respondieron mintiendo, que aquel agua era potable, por lo que dimos a beber a nuestros caballos, de los que al punto murieron dos, que los navarros desollaron allí mismo y en el que murieron varias de sus caballerías al beber de sus aguas”. En Lorca nos refrescamos bajo los caños de la hermosa fuente que preside la hermosa Plaza Mayor repleta en esos momentos de peregrinos de variopintos “colores”. Después del refresco acordamos hacer un descanso y aprovechar para almorzar unos buenos bocadillos de reconfortante tortilla.
En lo que resta de etapa, Pascual camina cabizbajo, va con cara de circunstancias y pensando según presiento sobre la difícil, para él, decisión a tomar. Pasamos Villatuerta atravesando otro puente sobre el río Irantzu y después de unos siempre pesados 3 km hacemos nuestra entrada en Estella, pasando primero ante la iglesia gótica del Santo Sepulcro y dejando atrás el Puente de la Cárcel sobre el río Ega, enfilamos la calle de la Rúa donde a la izquierda se encuentra el albergue de Peregrinos, con larga cola de peregrinos a sus puertas. Nosotros pasamos de largo, nuestros planes no contemplan quedarnos en el Albergue. Cruzamos el río Ega y por la calle Zapaterías y su continuación la calle Mayor buscamos acomodo en la Pensión “San Andrés” en pleno centro, ubicada en la estirada plaza de Santiago donde se celebra el Mercado que comparte con la Plaza de los Fueros. Es una pensión sencilla pero cómoda que cuenta con la amabilidad de sus propietarios que dan toda clase de facilidades a los peregrinos.
Después del aseo y refrescante ducha Pascual al fin ha tomado una decisión: abandona, vuelve a casa, ya vendrán tiempos mejores para continuar el Camino, no es plan seguir sufriendo. Posiblemente las botas casi recién estrenadas para el Camino han tenido la culpa de todos sus males, le han jugado una mala pasada. Yo le comprendo y le animo a sobreponerse, ha sido una dura decisión, tan ilusionado como estaba. El Camino estará ahí innamovible esperándote a una nueva ocasión, amigo peregrino Pascual.
Con Luciane, Tulio y Pascual en la Plaza de los Fueros-Estella
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Después de sellar la credencial en el Albergue encontramos a Tulio y Luciane, una paisana suya, y juntos nos acercamos a la Plaza de los Fueros donde hacemos tertulia alrededor de una mesa de la terraza del Bar Astorriaga. Cenamos en el mismo sitio el menú del Peregrino, buen nivel calidad/precio. El camarero nos recomienda el Hotel Mónaco de Los Arcos, inaugurado este mismo año. Apurada la cena, toca retirada hacia nuestros respectivos alojamientos.
Buenas noches y hasta mañana.
Estella-Los Arcos
Parcial 21 Km; Total 202,8 Km; A Santiago: 625 Km
Verdes soledades
Nos levantamos sin prisas, Pascual debe tomar un autobús que le aproximará a su hogar. Le acompaño a la Estación de Autobuses y me despido con un fuerte abrazo y con la promesa de mantenernos en contacto. Buen Camino!! -me desea. Noto que las lágrimas están a punto de aflorar de sus ojos. Otro buen amigo y peregrino que dejo en el Camino. Me llevo la impresión que lo intentará de nuevo.
Cruzo el puente sobre el río Ega y por la Puerta de Castilla enfilo la salida de Estella. Otra vez solo con la realidad del Camino. A la derecha encuentro un supermercado abierto y me hago con un bocadillo y fruta para el almuerzo. Llego al Monasterio de Santa María la Real de Irache, antiguo Hospital de Peregrinos. enclavado en la falda del mítico Montejurra. Iniciado en estilo románico, terminó su construcción en el siglo XII. Como aún permanece cerrado a los visitantes, sigo adelante. Hoy hace un buen día, algo de calor pero una suave brisa procedente de la Sierra de Urbasa cuya silueta se dibuja hacia el norte, ayuda a caminar. Sigo encontrándome con peregrinos casi todos extranjeros que siguen mis pasos a cierta distancia por delante y por detrás.
De Ázqueta a Villamayor de Monjardín supero el fuerte repecho que existe hasta la fuente, mas bien un aljibe, medieval. Al pasar por delante de ella , unos “guiris” se toman unas fotos abajo junto al estanquillo. A media mañana llego a Villamayor acercándome al Albergue de Peregrinos regentado por una Asociación holandesa. En la terraza orientada al sur y por lo tanto muy soleada me tomo un descanso y me dispongo a almorzar. Soy el único español entre el guirigay de peregrinos.
Después del descanso, me dispongo a afrontar los 13 km de soledad entre verdes trigales y cebadales que se pierden en la lejanía, llama la atención la ausencia de sombra en todo el largo recorrido. Son momentos de recuerdos, meditación y confesiones interiores. Sin apenas sentirlo, hago mi entrada en Los Arcos a la una y media dirigiéndome directamente al Hotel “Mónaco” recomendado por el camarero del Bar Astorriaga de Estella (27 euros + IVA). La verdad es que tenía razón, aunque algo caro para un peregrino solitario, merece la pena si se puede pagar. Está como quien dice de estreno. Todo muy limpio. Me toca una habitación con balcón que da a la plaza. Me doy una buena ducha y me acerco al Restaurante Ezequiel para comer. Como de costumbre muy bien.
Después de la consabida siesta, recibo las llamadas telefónicas de Pascual y Juan anunciándome que han llegado sin novedad a sus respectivos hogares e interesándose por mi estado. Qué sanas amistades salen del Camino!!
Un paseo por el pueblo para admirar sobretodo la monumental Iglesia románica de Santa María con su torre de estilo plateresco en cuyo interior barroco preside la imagen de Santa María de los Arcos de estilo gótico destacando también su claustro del mismo estilo. Casi sin quererlo la tarde va tocando a su fin. Ceno en el Hotel donde coincido con algunos peregrinos, por supuesto extranjeros, conocidos de vista en el Camino. De momento nos saludamos con gestos, tiempo habrá para un contacto mas personal.
El cielo se ha ido entoldando lentamente y su color grisáceo amenaza lluvia y en efecto, antes de llegar al hotel comienza a caer un ligero chirimiri. Ya veremos lo que nos depara el día de mañana.
Buenas noches y hasta mañana.
Los Arcos -Logroño
Parcial 29 Km; Total 231,8 Km; A Santiago: 597 Km
El Ebro, un gran río
Me despierta el sonido del golpeteo incesante de las gotas de agua al chocar contra los cristales de la ventana cual eco de los latidos del corazón al filo de mis sueños. Un breve duermevela, y de vuelta a la realidad a levantarse toca. Como era de esperar llueve sin parar y lo peor de todo es que el cielo está completamente cubierto de nubes con signos evidentes de mas agua. Vaya día me aguarda!!
Después de desayunar en el bar, me enfundo el chubasquero y a caminar bajo el constante aguacero. De momento la pista por la que transito está en buenas condiciones se nota que el firme drena bien pero lamentablemente éstas terminan cuando las flechas te dirijen a un carril de rodadas a la derecha de la pista que pronto se convierte en un completo barrizal. Cuesta trabajo mover las piernas, las suelas de las botas se llenan de barro pegajoso lo que añade un peso adicional pero es necesario continuar, no es cosa de quedarse plantado allí. El barro del carril y los charcos de lado a lado continuan durante un buen rato hasta que el carril desemboca en la carretera local asfaltada de Sansol. Ha sido un tramo infernal, toda una odisea, pero al fin se acabó el sufrimiento. Restriego con insistencia las botas, primero con la hierba que crece en el arcén y luego con el asfalto aprovechando pequeños charcos hasta dejar las suelas completamente limpias. He dejado atrás a dos peregrinas que se las veían y deseaban para cruzar los charcos y el barrizal, qué habrá sido de ellas!! seguro que se las apañarán para llegar como yo lo he hecho.
Sigue lloviendo, así que no dejo el arcén de la carretera hasta llegar a Torres del Río donde hago un receso para descansar y almorzar en un bar frente a la Iglesia del Santo Sepulcro de planta octogonal, prima-hermana de la de Eunate pero sin claustro.
En el bar me informan que el Camino de salida de Torres del Río hasta su encuentro con la carretera no tiene problema de barro y me informan bien ya que a pesar de la lluvia la tierra con la que está formada la pista parace ser que absorve bien el agua y se mantiene sin apenas charcos. Salgo a la carretera a la altura de la Ermita de la Virgen del Poyo tomando a partir de ahí el arcén de la carretera, no me fío del estado que pudieran encontrarse las sendas por el Barranco Mataburros. Si en condiciones normales este tramo tiene fama de rompepiernas me figuro lo que tendrá que ser con barro añadido.
Así que por el arcén izquierdo encamino mis pasos hacia Viana. En el trayecto me alcanza un peregrino con el que había compartido mesa almorzando en Torres del Río que me pasa como una exhalación. Yo sigo a mi ritmo, no tengo prisa. Antes de llegar a Viana deja de llover.
Paso por la Iglesia Parroquial de Santa María donde reposan los restos del cardenal Cesar Borgia muerto en batalla cerca de la localidad donde aprovecho para sellar la credencial. Aunque es pronto me acerco al Bar Pitu donde me espera una sana comida.
Reanudo el Camino después de un breve reposo sestero, solo restan 9 km para llegar a Logroño. Hace una tarde magnífica, ni frío ni calor. Atrás queda el maldito barro del que casi no me acuerdo. Rodeado el Cerro Cantabria, rindo visita a los dominios de la difunta Tía Felisa, encuentro tras la mesa situada en el exterior de su casa a su hija Maria Teodora a la que doy el pésame. Ha recogido el testigo de su madre y continua atendiendo a los peregrinos sellando sus credenciales y ofreciendoles “higos, agua del botijo y amor”.
Por fin me encuentro con un gran río, el Ebro, el mas caudaloso de la Península Ibérica. Lo cruzo por el Puente de Piedra y a media tarde llego al Albergue, lleno a rebosar. Me da la impresión que muchos de los alojados se hacen pasar por peregrinos. Después de acomodarme como puedo en ese maremagnum de huéspedes y después del habitual aseo salgo al exterior al encuentro del amigo Antonio Zorrilla que ha venido de Mirande de Ebro a saludarme y pasar unas horas conmigo. Pasamos una tarde muy entretenida rondando la calle Laurel y aledaños, aompañando la charla con unas buenas tapas y vinos. Gente por todos lados haciendo el acostumbrado paseo de los sábados-tarde.
Poco a poco la tarde va tocando a su fin. Llega la hora de la despedida. Agradezco cordialmente al amigo Zorrilla su deferencia por compartir conmigo unos momentos de Camino y ya solo me dirijo al Albergue a descansar. En la recepción unos ciclistas discuten con el hospitalero acaloradamente para que les de alojamiento, resulta que ni tienen ni saben lo que es una Credencial lo que demuestra el tipo de peregrinos que son.
Subo a mi dependencia y sin más preámbulos me tumbo sobre el catre. Paso una noche bastante intranquilo, no sé como ponerme para evitar los ronquidos que impacientan sobretodo a una peregrina valenciana que se queja al no poder conciliar el sueño. Enfin, son los gajes del peregrino.
Buenas noches y hasta mañana.
Tras la mala noche pasada, salgo del Albergue con la difícil tarea de encontrar, es domingo, un sitio donde desayunar. Todos los bares están cerrados así que como no quiero marchar en ayunas hasta por lo menos Navarrete, entro en el Hotel Goya a hacerme un buen desayuno de buffet. Los clientes que se hallan desayunando en esos momentos me miran como si fuera un bicho raro, parece como si no hubieran visto un peregrino en su vida. Yo voy a la mía y resuelvo la situación con un opíparo desayuno.
Como de costumbre, la salida de Logroño por la Avda. de Burgos se hace interminable. La subida a La Grajera se encuentra muy concurrida con deportistas haciendo “jogging”, ciclismo o simplemente senderismo. Tras pasar junto al lago donde algunos pescadores intentan que algún incauto pez pique el anzuelo, comienzo entre pinares la subida al Alto de la Grajera. Hoy hace un día espléndido y el panorama hacia Logroño insuperable. Paso junto a la serrería donde los peregrinos construyen primitivas cruces con los restos de madera esparcidos por el camino y que enganchan en la alambrada de protección de la autopista. Todo está igual a como lo ví en mi primer Camino.
Llego sin problemas a Navarrete con el calor haciéndose notar y hago un descanso en un banco de la placeta de la fuente. Charlo con un grupo de peregrinos canarios que van haciendo tramos de Camino apoyándose en una furgoneta.
Reanudo la marcha, paso junto al cementerio en cuya puerta de entrada principal está adosada la fachada del antiguo Hospital de San Juan de Acre cuyas ruinas se encuentran un poco antes de entrar a Navarrete. Tomo una fotografía del relieve de la “bicigrina” belga Alice de Graemer muerta en accidente de tráfico en el año 1986.
El calor va en aumento por lo que aligero mis pasos para llegar cuanto antes al Albergue de San Saturnino en Ventosa. De momento hemos llegado solo dos peregrinos por lo que intuyo que vamos a estar en familia.
José Luis, el propietario del albergue es muy amable conmigo. Tras conocer los problemas que tengo durante el sueño, me asigna una litera en el dormitorio situado en la segunda planta. Aquí puedes roncar todo lo que quieras -me dice José Luis- creo que estarás solo. Es un privilegio digno de agradecer y por si ésto fuera poco, qué vista mas hermosa a través del balcón!! He tenido la suerte de encontrar una “habitación con vistas” de las pocas que existen en los albergues del Camino y además toda la vista para mí solo. Un paisaje de verdes trigales, pinares y montaña con diversos tonos verdosos se dibuja tras la hilera de macetas de floridos geranios afirmadas en la barandilla del balcón forjada con arte, para un cuadro. Me quedo un rato extasiado llenándome de tanta belleza. He dado con un Albergue de ambiente acogedor. El de Navarrete es un cinco estrellas, así lo expresé en mi primer Camino, este es mas sencillo pero se respira paz y tranquilidad por todos los costados, me quedo con él.
En el transcurso de la tarde nuevos peregrinos se han instalado. A media tarde, José Luis nos invita a un vino español “cosecha propia”. Alrededor de una gran mesa nos juntamos todos: dos francesas, la parisina Joelle (freelance) y la jovencísima y simpática Samia de Toulouse, un austriaco, un holandés, dos mujeres canadienses y un servidor como peregrinos y el anfitrión José Luis. Mientras tanto llegan Enrique, socio de José Luis, y el hospitalero brasileño Acacio, gran conocedor del Camino.
Terminado el vino español, la canadiense Paule se ofrece a preparar la cena con los ingredientes que habíamos comprado antes en la tienda. Prepara un guiso típico canadiense que todos degustamos con buen apetito, estaba buenísimo. Buena cocinera, sí señor.
Después de una sobremesa típica de albergue donde todos nos expresamos como Dios nos da a entender llega la hora de retirarse a descansar. Me despido de José Luis y de Acacio a los que agradezco su generosa hospitalidad.
Ni que decir tiene que esta noche duermo a mis anchas y nunca mejor dicho en la gloria, en la espaciosa “habitación con vistas” que me ha tocado en suerte.
Ventosa-Azofra
Parcial 16 Km; Total 265,8 Km; A Santiago: 560 Km
Tierra de viñedos
Me despierta la claridad del amanecer que penetra por el balcón, después de haber dormido como un tronco. Bajo a la cocina donde me preparo un buen desayuno a base de sobaos, leche y plátano que había comprado el día anterior en la tienda. Deseo “Buen Camino” a los compañeros peregrinos y me dispongo a reaunudar mi Camino.
Marcho contento por haber descubierto un Albergue tan acogedor. Me prometo volver a servirme de él en un próximo Camino. Hace un poco de fresco pero el cielo ya da muestras de que tendremos un buen día. Paso algo de frío al no haberme puesto el polo nórdico, una brisa del norte que confiere al cielo ese tono de azul profundo solo visible en ciertas zonas del interior peninsular. El helor penetra hasta los huesos, me da pereza ponerme el polo, no quisiera perder el ritmo. Paso entre las agrupaciones de fitas colocadas por anteriores peregrinos y corono el Alto sin mayores problemas. El esfuerzo de la subida me ha entonado el cuerpo.
El descenso me adentra en el extenso valle del Najerilla donde se encuentra enclavada entre dos cerros la histórica villa de Nájera. Antes me detengo ante los hermosos versos de Eugenio Garibay en honor del peregrino escritos en español y alemán sobre una pared de una antigua fábrica y tomo mi tiempo para leerlos con tranquilidad, no debemos perder la ocasión, vale la pena.
En Nájera hoy están de Fiesta, es el día de su Patrón San Prudencio, como no tengo prisa decido hacer una corta parada para tomar un pequeño “piscolabis“. Cruzo el río Najerilla por el puente restaurado en su día sobre el primitivo románico que construyó San Juan de Ortega y en el casco viejo cerca del albergue encuentro un bar abierto.
Con el estómago agradecido afronto el repecho de salida de la población pasando ante la Colegiata de Santa María la Real, antiguo Monasterio cluniacense fundado en el siglo XI por el rey navarro García VI y donde merece la pena detenerse para contemplar: la Iglesia de estilo gótico en cuyo interior podemos admirar una talla de madera policromada de la imagen de Santa María la Real que según la leyenda encontró el monarca García Ramírez en una cueva situada a los pies de la Iglesia, verdadera joya medieval; el Panteón Real donde se encuentran enterrados varios reyes e infantes de Castilla y de Navarra entre ellos el fundador del Monasterio el rey García VI de Navarra; y el Claustro de los Caballeros del siglo XVI donde se encuentran enterrados un buen número de nobles. Mucha historia rodea a este enclave.
Entre pinares y farallones de sorprendentes formas, la pista desemboca en una extensa llanura donde todo son viñedos, es zona de buena uva casi toda de la variedad tempranillo con la que se elaboran, como los riojanos saben hacer tan bien, “caldos” de calidad reconocida en todo el mundo.
Llego por fin a Azofra dirigiéndome directamente al Albergue tradicional adosado a la Iglesia Parroquial y que regenta la popular y siempre atenta María Tobía ayudada por su hermano el sacristán. La buena de María se encuentra en estos momentos en su casa por lo que atiende el albergue su hermano que se muestra conmigo bastante dicharachero. De momento nos encontramos en el Albergue cuatro peregrinos. Después de una buena ducha y la habitual colada me acerco al Bar Sevilla a comer.
De retorno al albergue encuentro a la canadiense Paule y mientras hago la siesta aparecen las francesas Samia y Joelle.
Salgo al atrio de la iglesia y compruebo que el viento ha dado un giro de 180º viniendo del Sur, un viento que viene muy caliente por lo que la ropa tendida se ha secado enseguida. Aparece la hospitalera María que me reconoce al instante, parece mentira lo fisonomistas que llegan a ser los veteranos hospitaleros y se une a la tertulia con su hermano. Mientras hacemos corrillo aparecen dos matrimonios madrileños bastante desorientados, entran en el albergue y lo husmean, no les gusta y deciden buscar acomodo en el otro albergue regentado por unos alemanes, a María esta actitud de los madrileños no le gusta nada y así lo expresa. El sacristán nos cuenta que se encuentra en construcción un nuevo albergue en el pueblo que dicen va a disponer de bastantes comodidades, vamos, casi como un hotel. Sin embargo, yo siempre que pase por Azofra haré uso del de María si es que el cura no lo cierra como ella misma comenta.
Cuando llega la hora de la cena me acerco con Joelle, Samia y Paule, buena compañía, al Bar Sevilla a degustar el menú del peregrino.
De vuelta al albergue me acuesto en la misma cama que aquel fatídico 11 de septiembre de 2001 que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad. Los recuerdos inundan mi mente. Me pregunto que será de mi compañero de peregrinaje el cartagenero David del que no he vuelto a saber nada y de otros muchos peregrinos de mi primer Camino a los que tampoco he vuelto a ver. Me duermo casi sin sentirlo. Esta vez somos tres en la habitación y ninguno de ellos protesta. Menos mal.
Buenas noches y hasta mañana.
Azofra-Grañón
Parcial 22 Km; Total 287,8 Km; A Santiago: 540 Km
José Ignacio, el Cura de Grañón
Me levanto sin prisas y después de recoger mis bártulos me acerco a desayunar al Bar Sevilla. La mayoría de la clientela son peregrinos extranjeros.
Emprendo la jornada con muchos ánimos, casi llevo 300 km recorridos y no siento ningún signo de cansancio y lo que me anima más, ninguna dolencia. Paso ante la “fuente de los romeros”, cruzo la carretera y poco después ante mí emerge un famoso “rollo jurisdiccional” uno de los pocos que quedan en la geografía española, límite de los términos municipales de Azofra-Alesanco, rodeado de campos de vides.
Enfilo la subida hacia Cirueña. Al llegar al bosque de castaños me llevo una enorme sorpresa y al mismo tiempo desilusión. Unas alambradas separan el camino del bosque de unas obras que se están llevando a cabo y hacen que el camino se desvíe en dirección a Ciriñuela. Un gran cártel anuncia la construcción de un Campo de Golf. Los promotores han sabido elegir el lugar adecuado. La próxima vez que pase por el lugar seguro que me encontraré con alguna urbanización. Los rodeos por obras me llevan igualmente a la carretera entre Cirueña y Ciriñuela que tras seguirla unos minutos las flechas me hacen girar por la pista que sale a la izquierda por terreno ya conocido. De sobra conocido diría yo, me estoy acercando al lugar donde comenzaron mis males en la rodilla izquierda durante mi primer Camino. Tras unos cortos balbuceos, la pista me lleva a un altozano desde donde se divisa a lo lejos, abajo en la llanura, Santo Domingo de la Calzada. Fue aquí, precisamente aquí, en este altozano donde se iniciaron los dolores. Me detengo, dejo la mochila en el suelo y me siento sobre una piedra. Los recuerdos invaden mi mente, mis pensamientos se retrotraen a aquel día tan triste para mí. Comparo las dos situaciones. Qué diferencia!! ahora me siento de maravilla, no me resiento de nada, ni un leve dolor y eso que vengo desde Somport. Una alegría inmensa se apodera de mi cuerpo que se manifiesta con un escalofrío que lo recorre de arriba a abajo. Hago una foto a mi mochila, bordón y sombrero con Santo Domingo al fondo, cargo con mis bártulos y ULTREIA!!, ADELANTE!!. Al reanudar la marcha, ya estoy completamente convencido que llegaré a Santiago.
Son las 11:30 cuando hago mi entrada en Santo Domingo de la Calzada enclavada a los pies de la Sierra de la Demanda. Me dirijo a la Catedral donde estampo el sello en mi credencial, descanso un rato en un banco de la Plaza Mayor a la sombra de la majestuosa Torre Exenta. Es hora de almorzar, me dirijo hacia la Plaza de la Alameda que preside la Casa del Santo hoy convertida en Albergue de Peregrinos y cerca de allí, en la Calle Pinar, entro en un bar cuyo nombre no recuerdo pero creo que siempre localizaré. Pido una tapa de tortilla española y está tan rica que no tengo mas remedio que repetir. Es normal -me dice el dueño- es la tapa preferida de la clientela, la especialidad de la casa. Ya he contentado al estómago por lo menos hasta la noche.
Atravieso la localidad, cruzo el puente sobre el río Oja construido por el mismo Santo Domingo y después de cinco km de marcha por el arcén de la antigua carretera, la abandono por una pista que sale a la izquierda, continuación del Camino. El calor va en aumento y comienza a soplar un viento fuerte. Me detengo ante una sencilla cruz de madera bien plantada sobre una loma poco después de tomar la pista, se trata de la Cruz de los Valientes. Es aquí donde se dan cita los vecinos de Grañón y Sto. Domingo el 25 de agosto de cada año para celebrar una famosa romería de hermandad donde comparten una suculenta “caparronada“.
Son las 14:15 cuando llego a la localidad de Grañón emplazada entre el monte Carrasquedo y el cerro de Maribel, dirigiéndome por la Calle Santiago al Albergue de Peregrinos en la Plaza de la Iglesia. Ubicado en un lateral junto al campanario forma parte de la Iglesia Parroquial de “San Juan Bautista” construida entre los siglos XV y XVIII. Es uno de los Albergues de la red hospitalaria de José Ignacio, más conocido como el “Cura de Grañón”. Me atiende muy amable Pablo, hospitalero brasileño. Después de una buena ducha, hago una siestecilla. Poco a poco van apareciendo mas peregrinos entre ellos las francesas Joelle y Samia que está muy contenta con sus nuevas botas regalo de su paisana. Samia es un verdadero terremoto además de irradiar simpatía por los cuatro costados. Pablo nos ofrece un té. El Albergue es muy acogedor, después de subir por unas estrechas escaleras se entra al albergue propiamente dicho por un pasillo que da acceso a un gran salón con chimenea francesa en un rincón, que hace las veces de sala de estar, comedor y una cocina muy bien pertrechada adosada; subiendo por unas escaleras de madera se accede a la sala dormitorio, lástima que no disponga de literas; en el pasillo se encuentran los servicios y duchas. Llama la atención un pequeño cofre abierto a la izquierda del pasillo con una leyenda que reza: “Coge lo que necesites, deja lo que puedas”; conmovedor!!, no se puede expresar tanto con tan pocas palabras.
A media tarde, salgo con Joelle y Samia y nos sentamos ante la única mesa en el exterior de un bar situado en la calle Mayor. Charlamos animadamente sobre historias de peregrinos y anécdotas del Camino mientras saboreamos unas frescas cervezas. Llegan los peregrinos madrileños que van a hospedarse en una Casa Rural. Han visto a José Ignacio que les ha invitado a cenar en el Albergue a pesar de no alojarse en él. Hablan “pestes” del albergue donde pernoctaron en Azofra, el de los alemanes. Nos cuentan que a partir de las tres de la madrugada comienza el zafarrancho de combate y ya no hay quien pegue ojo. Quisiera haberles dicho que les está muy bien empleado por despreciar el albergue de la buena de María pero… queda para mi fuero interno.
Tras un largo rato de tertulia, me despido, necesito andar un poco. Dirijo mis pasos al otro extremo del pueblo. Me recibe un gran mirador desde donde se divisa una vista panorámica de la extensa mancha verde de campos cuajados cereal que se pierden en el horizonte al encuentro de la vieja Castilla. Me quedo extasiado contemplando el amplio espectáculo que se abre ante mis ojos. Y es que Grañón es el último enclave del Camino Francés en La Rioja. Mañana me recibirá Castilla.
Llega la hora de regresar al Albergue, habrá cena comunitaria. Dos peregrinas italianas que vienen acompañadas por el marido de una de ellas se ofrecen a cocinar unos macarrones. Quien mejor que ellas podrían hacerlo!! Mientras tanto hace su entrada José Ignacio, altivo e impecable de aspecto, vestido de “cleryman” color negro, ni una arruga en su vestimenta. Viene “arropado” por varios acompañantes. Dos de ellos serán los nuevos hospitaleros que relevarán a Pablo. Uno es alemán y el otro brasileño, Guillermo se llama, que yo había tenido el gusto de conocer al pasar por Ruesta. Han estado participando en un cursillo de hospitaleros en Granada y llegan con la lección recién aprendida.
Nos sentamos todos alrededor de la larga mesa, somos 16 comensales. Cuando nos disponemos a iniciar la cena, aparece como por arte de magia una nueva peregrina. Se presenta como Mª José, francesa, procedente de Burdeos que viene a reanudar el Camino que tuvo que interrumpir por una lesión grave de tendinitis el año pasado. Al momento le hacemos un hueco en la mesa, no faltaría más. No podía haber llegado más a punto. José Ignacio se dispone a bendecir la mesa según la costumbre cristiana, costumbre por otra parte casi totalmente desarraigada en la sociedad española: “Bendito seas, Señor por esta comida que vamos a compartir y que es signo de paz, de alegría y fraternidad. Amén”. “Amén” –contestamos todos. Confieso que hacía tiempo que no oía tales o parecidas palabras.
Como ya viene siendo costumbre, los únicos españoles del grupo de comensales somos nuestro anfitrión José Ignacio, tres de sus acompañantes del pueblo y yo. “El Cura de Grañón” se convierte enseguida en la figura central del grupo. A él van dirigidas la mayoría de las preguntas y de él provienen la mayor parte de las respuestas. Habla José Ignacio de un nuevo albergue de peregrinos que formará parte de su jurisdicción y que está próximo a inaugurar en Tosantos. Uno de los acompañantes será su primer hospitalero. La cena transcurre con total normalidad en un ambiente cada vez mas familiar. José Ignacio expone la similitud que existe entre el Camino de Santiago y el Camino de la Vida. Ambos requieren un aprendizaje y formación. Durante la infancia se aprende principalmente a caminar es fundamental para el peregrino que lo hace durante las primeras etapas, durante la adolescencia el ser humano amplia conocimientos y se forma, es lo que el peregrino hace más o menos en el tramo intermedio y por último la madurez en la que se lleva a la práctica lo aprendido, ya se conoce casi todo de la Vida, es para el peregrino la verdad del Camino, su sentido y trascendencia, se trata del último tramo hasta Santiago… donde justamente allí, alcanza la plenitud. Un simil muy acertado y que comparto. Mi primera impresión del “Cura de Grañón” no puede ser mas positiva, una persona muy culta que conoce como nadie las esencias del Camino, tanto las materiales como las espirituales.
La pasta “al dente” como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta la procedencia de las cocineras pero para mi gusto se pasaron un pelín de picante.
Terminada la cena José Ignacio invita a quien lo desee a acompañarle al coro alto de la Iglesia. Allí, cada cual busca acomodo en uno de los 18 asientos que conforman la sillería del coro construida a mediados del siglo XVII. Era la primera vez en mi vida que tenía el honor de ocupar un asiento tan especial. José Ignacio da comienzo al ceremonial con unas oraciones leídas en cuatro idiomas. Las palabras de José Ignacio, envueltas de gran solemnidad, retumban en el profundo silencio del recinto sagrado. En la oscuridad del templo un foco de luz ilumina la representación del nacimiento de Jesús, uno de lo detalles del artístico Retablo Mayor de estilo renacentista restaurado durante el Año Santo de 1993 y que está dedicado a los Santos Juanes. Después de las oraciones, José Ignacio lee una lista de peregrinos que habían pasado por el albergue y que en estos momentos deberían estar encaminándose a Santiago. Para todos ellos pide la protección del Apóstol. Concluídas las oraciones José Ignacio pregunta a cada uno la fecha prevista de llegada a Santiago para recordarnos de igual modo día a día. Un detalle muy digno de agradecer. Todo es muy emocionante. José Ignacio, “el cura de Grañón” termina de causarme una excelente impresión, buen amigo del peregrino produce la sensación de ser un enamorado del Camino, por el que me consta se ha batido en primera linea en momentos difíciles, lo que le causó serios problemas con sus superiores. Pero ahí lo tenemos al pié del cañón en su particular lucha para que el verdadero sentido del Camino nunca se desvirtúe por culpa del egoismo y la avaricia ciega de unos cuantos aprovechados.
Terminado el acto nos retiramos a descansar pero antes me paso por el improvisado tendedero acondicionado en el interior del campanario sobre unas grandes rocas para recoger la ropa que ya estará seca. Al entrar, oigo un fuerte revoloteo en las alturas, son unas palomas asustadas por mi presencia.
Intento dormir sobre una de las colchonetas que se usan en los gimnasios pero son tan finas que parece que estés echado sobre el mismo suelo. Uno ya es entradito en años y los huesos se rebelan. Como sobraban colchonetas coloco otra encima pero ni por esas, imposible. Cuántas vueltas pude dar esa noche!!
Grañón-Belorado
Parcial 15,7 Km; Total 303,5 Km; A Santiago: 525 Km
El peregrino Agapito
Vaya nochecita!! No sé cuantas vueltas y revueltas he podido dar a mi cuerpo sobre las colchonetas superpuestas para al final mal dormir. Casi no he podido pegar ojo en toda la noche. Y por si fuera poco, a eso de las 06:00 se levantó una ventisca acompañada de lluvia que aporreaba con insistencia los cristales de las ventanas impidiendo definitivamente el sueño y para mas “inri”, el silbido amenazador de un viento infernal al penetrar por las rendijas.
A las 07:30 ya no puedo más y decido levantarme. Parece que ha dejado de llover pero el viento continua con fuerza. Después de un buen desayuno preparado por Pablo, me despido de los peregrinos rezagados y al Camino.
Al traspasar el umbral de la puerta de entrada al Abergue una ráfaga de viento helado me da de sopetón en la cara cual una bofetada. Es un aviso. Me enfundo la bufanda y cuando estoy por el centro del pueblo comienza a llover. Parada y chubasquero. Qué le vamos a hacer!! Se hace difícil mantenerse en pié. Hay que hacer un sobreesfuerzo para vencer la fuerza del viento por estas pistas a campo descubierto. Un rosario de peregrinos acompañan mis pasos, se han juntado los madrugadores que han salido de Santo Domingo con los que hemos preferido Grañón.
Paso ante el cartel anunciador del límite de comunidades y me adentro en la castellana. Ha dejado de llover pero el viento parece que viene todavía mas frío, te cala hasta los huesos. En Castilldelgado me compro en el “horno” un bollo relleno de chocolate y en un banco al socaire frente a la fuente doy buena cuenta de él.
Esta vez eludo dar el rodeo por Viloria y me dirijo directamente a la carretera, marchando por el arcén izquierdo como mandan los cánones. Al problema del viento se ha añadido el de los camiones que parecen mastodontes al pasar por tu lado. Los ves tan cerca que te producen pavor. Cada vez que pasa uno tengo que echar mano al sombrero para que no salga despedido por el rebujo formado tras pasar el camión. Se hace difícil caminar de esa manera. Estoy deseando tomar de nuevo la pista. Mientras tanto recibo la llamada de un amigo asiduo de la Lista, Agapito. Se interesa por mi marcha y me informa que podemos vernos en Belorado. El viene en esta dirección camino de su pueblo natal, una localidad próxima a Sahagún. Quedamos a las 13:30 en la Plaza Mayor delante de la Iglesia.
Ya voy teniendo ganas de llegar, demasiado viento que al final ha hecho mella en mis piernas. Menos mal que por lo menos la lluvia me ha perdonado.
A las 12:00 hago por fin la entrada en Belorado dirigiéndome directamente a la Pensión “Toñi” donde ya había estado la vez anterior. Me dan la misma habitación, qué casualidad!! aunque este año la han reformado con la incorporación de un pequeño baño completo, lo que han aprovechado los dueños para subir el precio.
Después de la ducha me tumbo a mis anchas sobre la cama, todos los males causados por la meteorología adversa han desaparecido de mi cuerpo.
A la hora prefijada me encuentro con Agapito. Nos damos un fuerte abrazo peregrino y sin mas preámbulos nos acercamos al Restaurante “El Picias” a comer. Pedimos la especialidad de la casa: el asado de cordero. Está sabroso de verdad, estos burgaleses…. tienen una mano para el cordero como nadie. Hablamos largo y tendido en primer lugar sobre temas personales y luego nos desviamos hacia temas peregrinos hasta llegar a conocernos bastante. Agapito es sacerdote, miembro de una Congregación religiosa con residencia actual en el Santuario de Corella (Navarra). Tiene unas ganas enormes de hacer el Camino, el Aragonés como yo, pero sus ocupaciones se lo impiden momentáneamente. Tiene que esperar una oportunidad que estoy seguro la tendrá. Llega la hora triste de la despedida, él tiene que seguir su Camino y yo el mío. Nos fundimos en un abrazo. Mientras se aleja me da la intuición que he ganado otro amigo en el Camino, un amigo de los de verdad. Quizá nos volvamos a ver pronto.
Después de una buena siesta, el cuerpo me pide paseo. El viento ha calmado completamente, menos mal. Me acerco al Albergue de Peregrinos para sellar la credencial. Allí encuentro a la pareja canadiense, al alemán y a la parisina Joelle descansando en un banco frente al Albergue. Joelle me dice que su paisana Samia se ha despedido de ella al llegar a Belorado, ha seguido de largo, no sabe donde habrá ido pero piensa que deseaba caminar sola. De vez en cuando se agradece, aunque en esta ocasión le parece muy extraño. Las botas que le regalaste le habrán dado alas -le digo en broma- ya verás como la encontraremos de nuevo. Me despido de ella y le deseo BUEN CAMINO.
Mientras doy una última vuelta por el pueblo, me acerco al nuevo Albergue privado de Peregrinos “Cuatro Cantones”. Nicolás Rueda y su mujer me lo enseñan con todo lujo de detalles. Dispone de dos salas-dormitorio, una de ellas para roncadores, con capacidad total de 60 plazas. Además un gran patio acondicionado para comidas y un detalle curioso: una fuente con cascada para relajar los pies. La verdad es que está muy bien, me gusta. La próxima vez lo tendré en cuenta, no ha lugar gastarse 24 € por una habitación contando con este albergue por tan solo 7 €.
La tarde va cayendo lentamente. Hoy paso de cena, he comido demasiado. Es hora de retirarse a descansar.
Buenas noches y hasta mañana.
Belorado-Atapuerca-Burgos
Parcial 51.6 Km; Total 355,1 Km; A Santiago: 474 Km
El peregrino Juan Luis
Salgo de Belorado a las 07:15. Todos los bares se encuentran cerrados, es normal, hoy se conmemora la Fiesta del Trabajo, fiesta internacional. Andando por la travesía saliendo de la localidad, me parece ver que el bar del Hotel Belorado está abierto. Cruzo la carretera e intento entrar. Me cierra el paso un tipejo, porque no se le puede llamar de otra forma, que sin darme los buenos días me deniega hasta agua para rellenar la botella. Vaya hospitalidad !!, vaya tipo malasombra!! “arrieros somos y en el camino nos encontraremos” -pienso para mí.
Sigo mi Camino, hoy la meteorología ha mejorado bastante, hace algo de fresco pero se anda bien. Como no he podido desayunar como hubiera querido, no hay mas remedio que tomar una tableta energética para echarle gasolina al cuerpo, “a falta de pan buenas son tortas“, dice el refrán.
Después de pasar por Tosantos y Villambistia, el Camino cruza la carretera para tomar otra pista a la derecha donde se encuentra la localidad de Espinosa del Camino. Allí puedo desayunar en un bar abierto pero la mantequilla que me ofrecen está rancia y no hay quien la coma. Me contento con hacer sopas de pan en el café con leche. Por lo menos el estómago ha recibido algo caliente.
Hasta Villafranca Montes de Oca sigo mi camino entre campos de verde cereal. Las espigas están ya cuajadas y radiantes. Llegado a Villafranca me acerco al Bar, Restaurante, Hostal de El Pájaro, este hombre lo acapara todo. El bar se halla a tope de clientela. Como Dios me da a entender pido un bocadillo de tortilla española que con una cerveza es mas que suficiente para afrontar el siguiente tramo: la subida a los Montes de Oca.
Al final del fuerte repecho me desvío hacia la izquierda equivocadamente, un paisano conduciendo un quad me lo hace ver. Vuelvo sobre mis pasos y efectivamente no me había dado cuenta de la señal que se había caído y no la había visto. Continuo entre los robles y quejigos aún sin hojas hasta coronar la loma.
Paso por el monumento a los Caídos de la Guerra Civil española, cruzo el río Cerrata de la Pedraja y poco después alcanzo el Alto de la Pedraja. Desde allí una pista que forma parte de un cortafuegos entre coníferas y que se hace interminable, son unos 7 km hasta San Juan de Ortega. No me encuentro con muchos peregrinos, parece como si se los hubiera tragado la tierra. Como voy bien de fuerzas estoy pensando en pernoctar en Atapuerca. Ya veremos…
En San Juan de Ortega me impongo un receso para descansar y comer. Definitivamente trataré de llegar a Atapuerca. Tomo en el bar-único un plato combinado junto a otros peregrinos extranjeros. Luego me siento en un banco de la explanada frente al Santuario a reposar la comida. Mientras descanso, me fijo en un banco a la izquierda del que me encuentro donde un peregrino hace lo mismo que yo, pero ese peregrino me resulta familiar con un verdugo a la cabeza. Parece que se trata del brasileño Tulio. Tulio -le llamo. Y efectivamente se vuelve y me reconoce de inmediato. Desde Estella no habíamos coincidido. Ya me estaba preguntando yo por donde andaría. Parece un buen muchacho, hace el Camino convencido de su trascendencial. Nos saludamos con alegría. Da mucho gusto encontrarte con algun peregrino al que has perdido la pista y sobretodo éste que viene de Somport como yo.
Le indico mi intención de seguir camino hasta Atapuerca. Sin pensárselo dos veces me dice que le espere, lo justo para recoger sus bártulos, se viene conmigo. De nuevo tengo compañero de Camino.
En el trayecto hasta Atapuerca vamos contándonos como ha ido nuestro Camino desde que perdimos el contacto. Este tramo final de etapa se nos hace corto. Al llegar al Albergue de Atapuerca los peregrinos que en él se encuentran nos dicen que está completo. Vaya por Dios!! Lo que faltaba!!. Entramos en la Casa Rural contigua al Albergue que resulta ser del mismo dueño y nos sentamos a esperar a que aparezca alguien que nos pueda informar. Mira que si ahora resulta que no tenemos plaza… después de que Tulio ya tenía la suya en San Juan de Ortega. Se va a acordar de mí pero no precisamente para bien. Un poco de paciencia -le digo- toca esperar. Salimos al exterior. Allí están los demás peregrinos aprovechando la buena tarde. Vaya!! ahí tenemos a la toulousana Samia!! que está entusiasmada entre tanto peregrino congregado. Me saluda pero me abstengo de preguntarle nada, creo que no ha lugar después de la faena que le ha hecho a Joelle.
En eso estamos cuando suena mi teléfono móvil. Es Juan Luis, el peregrino que había sido mi compañero en mi primer Camino desde El Burgo Ranero. Habíamos quedado en vernos en Burgos, es de allí. Le cuento lo que me pasa, estoy allí atrapado sin cama donde pasar la noche, esperando que llegue el hospitalero. No te preocupes -me contesta- no te muevas de ahí que voy enseguida. Te llevaré a Burgos. No me da tiempo ni para contestarle.
Queda pendiente solucionar el problema de Tulio que se encuentra aquí atrapado por mi culpa. Menos mal que ahí está el amigo Santi para echar una mano. Al final uno de los madrileños que conocí en Azofra me dice que aunque tiene cama en el Albergue, ha pensado ir al Hostal por lo que me cede su plaza. Tulio ya tiene sitio donde pasar la noche. Problema solucionado.
Al poco rato llega Juan Luis, nos saludamos con un fuerte abrazo de amigo y peregrino, la última vez que estuve con él fué al final de la peregrinación de mi primer Camino en Santiago, ya casi un año. A pesar de que me hubiera gustado hacer el tramo hasta Burgos a pié (tenía gran interés de averiguar donde me equivoqué la vez anterior en la Sierra de Atapuerca), a veces las circunstancias obligan, otra vez será. Subo a su coche después de despedirme y desear Buen Camino a todo el mundo y en un plis-plas llegamos al Albergue del Parral, qué rápido pasan los kilómetros en coche (por esta vez, perdóname amigo Santi). En el Albergue, Juan Luis se mueve como Pedro por su casa y es que ejerce de hospitalero bastante a menudo. Enseguida la hospitalera de turno me asigna litera.
Después de asearme un poco, me acerco en compañía de Juan Luis al centro. Damos unas cuantas vueltas y acto seguido nos sentamos en una terraza del Paseo del Espolón donde al mismo tiempo de hacer planes para el día siguiente, damos cuenta de unas frescas cervezas. Juan Luis conoce Burgos al dedillo, mañana se convertirá en mi cicerone particular e iremos a visitar los lugares mas representativos de esta antigua ciudad. Desde Burgos seguiremos juntos el Camino hasta Santiago ya lo habíamos acordado con antelación.
Junto al Puente Malatos
De regreso al Parral nos enteramos que dos peregrinas han dado la nota. Llegan bastante tarde y ruegan a la hospitalera que demore media hora el cierre del albergue mientras cenan en los alrededores. La hospitalera muy novata (es su primer día) accede y ahí nos la encontramos esperando a que lleguen las buenas señoras. Son las once pasadas y todavía no han vuelto. Juan Luis la recrimina pues no se pueden hacer excepciones a las normas establecidas y más aún en este caso que nos huele que la han engañado. Cuando aparecen todavía quieren llevar razón, dicen que también tienen derecho a hacer turismo de zona que se demoraron por la visita que hicieron a las excavaciones de Atapuerca. Es entonces cuando ellas mismas se delatan, de peregrinas no tienen ni un pelo, son simples turistas que han aparcado el coche en las cercanías y que se aprovechan de los Albergues de Peregrinos para ahorrarse pasta.
Ya se puede cerrar el albergue, no falta nadie. Duermo de maravilla, esta noche no hay muchos peregrinos.
Al día siguiente (viernes, 2 de mayo), llega Juan Luis a buscarme. Primero desayunamos y luego nos acercamos a un talabartero conocido suyo para que le haga un arreglillo a su mochila. Después vamos a visitar la Cartuja de Miraflores emplazada entre verde floresta tan solo 3 km del centro a la que se accede por la carretera de la Quinta remontando la margen izquierda del río Arlanzón. Fué primero un palacio real para uso y disfrute del monarca Enrique III durante sus partidas de caza en el coto que había en el mismo lugar. En el año 1441, su hijo y sucesor Juan II lo cedió a la comunidad cartujana que fundaron un Monasterio. En la Iglesia destaca el Retablo Mayor de madera policromada, obra cumbre del escultor Gil de Siloé y el Mausoleo de planta de estrella esculpido en alabastro del monarca Juan II y su esposa Isabel de Portugal que aparecen muertos sobre un mismo lecho con las manos entrelazadas, obra asimismo de Gil de Siloé.
Después de disfrutar con la Cartuja, continuamos al Monasterio de San Pedro de Cardeña situado a unos 10 km de Burgos en cuya Iglesia del siglo XV se encuentra el panteón vacío del Cid Campeador y su esposa Dª Jimena que reposan desde el año 1921 bajo el crucero de la Catedral.
La mañana toca a su fin, ya no da tiempo para más visitas. Para comer, Juan Luis me lleva al Restaurante “Los Trillos” en Hospital del Rey (muy cerca del Albergue de Peregrinos). Allí me invita a un sabroso asado de cordero al estilo burgalés. Excelente.
Después de la comida nos acercamos al Monasterio de Sta. María la Real de las Huelgas, más conocido como el Monasterio de las Huelgas, que se halla en el mismo Hospital del Rey. Fundado por el rey Alfonso VIII y su esposa Doña Leonor en el año 1187 para acoger como novicias solamente a damas de alta alcurnia, servir de lugar de coronación de reyes y por último de Panteón Real. Al templo se accede por un atrio denominado Pórtico de los Caballeros. El conjunto se compone de dos recintos: el Compás de Afuera donde se ubica la Iglesia, capillas funerarias y Claustro de San Fernando;y el Compás de Dentro al que se abren diversas dependencias auxiliares. En las naves del templo, ocupadas por el coro de las religiosas, están los sepulcros reales de los monarcas fundadores y de sus inmediatos sucesores.En la actualidad, además de ser un conjunto histórico-artístico de gran valor, el monasterio sigue cumpliendo con su función religiosa, con una comunidad formada por cerca de 50 monjas de la congregación cisterciense de San Bernardo.
Terminada la visita y como los cuerpos están ya un poco cansados, nos acercamos al Albergue a echar una cabezadita. En el albergue me encuentro con Tulio en compañia de otro peregrino brasileño de su edad, Marcos. Parece que han hecho buenas migas.
Al atardecer volvemos al centro donde hemos quedado con Visi (compañera también de Camino junto a Juan Luis el año anterior) y su amiga Irene también peregrina de otros años. Pasamos con ellas rato muy agradable acomodados en la terraza del Bar-Cafetería Espolón. Resulta que como mañana es sábado y no trabajan, nos van a acompañar con otra amiga, Angelines, en la etapa a Hornillos del Camino. Ya de noche nos despedimos hasta el día siguiente y regreso junto a Juan Luis a las cercanías del Albergue, cenando en el Bar Los Romeros. Ya es tarde y hora de regresar cada uno a su nido. Me despido de Juan Luis que se ha portado de maravilla conmigo y ha hecho que mi estancia en Burgos no haya pasado inadvertida, la verdad es que ha sido muy provechosa y difícil de olvidar. Le estoy muy agradecido por su atención.
Buenas noches y hasta mañana
Burgos-Hornillos del Camino
Parcial 19 Km; Total 374,1 Km; A Santiago: 455 Km
En compañía de Juan Luis y las burgalesas
Salimos de Burgos sobre las 07:30, Juan Luis, Visi, Irene, Angelines y yo. A ver si encontramos pronto algún bar abierto para desayunar, pero hasta Villalbilla no encontramos ninguno. En esa localidad la mujer del bar está terminando de fregar el suelo. Llegan Tulio y Marcos y como buenos hermanos tomamos nuestro desayuno.
Seguimos la marcha charlando animadamente, hoy el día se presta para ello, es excelente. Al llegar a la altura de la nueva autovía se pierden las señales, habrá sido por las obras. Como Dios nos da a entender buscamos la forma de continuar el Camino, al fin lo logramos. La cosa está algo complicada en este punto.
En Tardajos abordamos una panadería y compramos las típicas tortas de Burgos (pan aplanado aceitoso). Ya tenemos el complemento adecuado para los chorizos, también burgaleses, que ha traído Juan Luis. Una vez aprovisionados seguimos nuestro Camino hacia Rabé de las Calzadas, próxima localidad, que podemos divisar desde la salida de Tardajos, tan solo hay 1,5 km. En el repecho de entrada al pueblo Juan Luis se queda algo rezagado. No sé por qué me da la intuición que Juan Luis no va bien de sus piés. Esperemos que la intuición sea falsa.
Reunificados en Rabé de las Calzadas, nos dirigimos al Albergue de Peregrinos que lleva una excelente hospitalera que se llama Mariví. Aunque ya son mas de las diez, se hace un poco la remolona cuando la llamamos pero al fin baja. Nos dice que no se encontraba muy bien, en estos momentos atraviesa una etapa algo delicada de salud. Los seis nos sentamos frente al albergue para almorzar. Juan Luis saca de la mochila el chorizo burgalés y una botella de vino tinto y las chicas las tortas de pan, con la navaja va troceando el chorizo y repartiéndolo. Al principio, Mariví se muestra algo reticente a intervenir en este almuerzo campero pero cuando nos ve con las ganas con que engullimos todo, se anima y participa. Gracias a Dios. En unos momentos no queda nada, ni siquiera unas sobras para un perro callejero que se nos ha arrimado.
Cuando casi nos íbamos, aparecen dos muchachas cuyas caras me son conocidas. Como no van a serlo!! Son las brasileñas Vera y Rosa María que conocí en mi primer Camino de hospitaleras en el Albergue de Resti. Me alegro mucho de verlas de nuevo. Resulta que otra vez están de hospitaleras en Castrojeriz y han venido a llevar a cabo unos recados. Después de un rato de charla, nos despedimos de ellas hasta Castrojeriz con nuestros saludos a Resti. También tenemos que despedirnos de Mariví a la que deseamos una rápida recuperación. Muy agradecida por nuestra visita y para ella el improvisado almuerzo nos desea Buen Camino. Muchas gracias y hasta la próxima -le contestamos.
Con los estómagos contentos, reanudamos la marcha. Hace un día de paseo buenísimo. Abordamos la subida al primer páramo y a eso de dos kilómetros llegamos al paraje donde se encuentra un área de descanso con mesas y bancos. Se trata de la Fuente del Prao. El agua se extrae de un pozo por medio de una bomba manual que el año pasado no funcionaba pero hoy sí. Sale un agua rica y fresquísima. Aprovechamos para descansar un poco y llenar los botellines.
Reanudamos la marcha y después de un rato nuestras compañeras se despiden, tienen que regresar. Nos desean mucho ánimo para llegar a Santiago y a Juan Luis que se cuide los pies, también se habían dado cuenta que marchaba con alguna dificultad. Buen Camino y hasta la próxima -se despiden. Correspondemos a su saludo y les agradecemos su compañía. Poco a poco nos vamos distanciando hasta perdernos totalmente de vista. Ahí quedamos Juan Luis y yo con la realidad del Camino.
Enseguida estamos en la Cuesta de Matamulos, ya tenemos Hornillos a tiro de piedra. Solo nos queda un descenso peligroso y una casi recta de buena pista que nos deja en el pueblo.
Directamente vamos al Albergue que se encuentra al completo. Nos acercamos a la casa del hospitalero que también es el Alcalde y nos lleva al Ayuntamiento donde tienen habilitada una habitación contigua a la Sala de Plenos con unas colchonetas sobre el suelo. Aquí vais a estar bien -nos dice. La verdad es que está todo como de estreno.
Después de asearnos nos acercamos al bar-casa de comidas. El bar lo han trasladado a un local justo enfrente de la Fuente del Gallo, donde se encuentra también el Albergue. Allí hallamos a Tulio y Marcos que acaban de comer. Ellos sí que han encontrado cama en el Albergue.
Tras la comida una siestecita sobre la colchoneta y luego un poco de tertulia con los demás peregrinos. A Marcos parece que no le ha sentado muy bien la comida pues se queja del estómago, cosas del Camino. Es curioso observar que el alcalde acapara la mayor parte de los servicios para el peregrino en el pueblo, lo tiene todo controlado. No hay mucho que ver, pasear, charlar y hacer tiempo a que se haga de noche para retirarse a dormir.
Cuando llegamos a nuestra habitación encontramos a un peregrino muy extraño erguido sobre la colchoneta con las piernas cruzadas, parece un hechicero vudú invocando a los espíritus. La tenue luz de una vela que ha colocado sobre una mesa frente a él, ilumina directamente su rostro alargado bajo larga cabellera color azabache, provocando una imagen fantasmal que impresiona, verdaderamente nos produce repelús. Salimos cortando de inmediato. Menos mal que la mujer del alcalde deambulaba por las cercanías y nos falta tiempo para informarla de la escena que acabamos de presenciar. Nos acercamos en su compañía a la habitación y al ver el cuadro, llama la atención al peregrino a quien le insta para que apague inmediatamente la vela. Estamos arreglados con su compañía, no vamos a pegar ojo en toda la noche. Pero al final el sueño me puede y caigo en los brazos de Morfeo.
Buenas noches y hasta mañana.
Hornillos del Camino-Castrojeriz
Parcial 19 Km; Total 393,1 Km; A Santiago: 436 Km
Resti, hospitalero de Castrojeriz
Durante la noche parece ser que al místico peregrino no le hemos caído en gracia o simplemente no le estábamos dejando dormir; a media noche, cuando me levanto para evacuar una urgencia, casi tropiezo con él en el pasillo. Se me quita un peso de encima; sabiendo que está fuera duermo mas tranquilo. Cuando comienza a clarear el día y nos levantamos, nos damos cuenta que había hecho mutis por el foro. Qué extraño sujeto!!
A las 08:00 nos encontramos camino de la siguiente etapa. Acabamos de desayunar en el Albergue, café con leche preparado por el alcalde-hospitalero y unas galletas.
A la salida de Hornillos comienza un repecho que nos deja en el siguiente páramo. Todo es desolación a nuestro alrededor pero como el campo está tan verde, hace que nuestra vista se sienta recreada y nos haga olvidar la soledad que impera en esta inmensa meseta que se pierde en el horizonte sin la presencia de un triste cerro que rompa la monotonía del paisaje. Así vamos haciendo camino hasta llegar a un barranquillo donde se levanta una original construcción junto a una arboleda, se trata del Refugio de Peregrinos de San Bol. Esta vez tengo curiosidad por conocerlo, así se lo manifiesto a Juan Luis que declina acompañarme y se queda junto al Camino aprovechando para dar descanso a sus doloridos piés.
La verdad que el Refugio es un tanto espartano. Hay varios peregrinos desperdigados. El paraje parece un oasis en medio de la gran meseta. Aquí no se conoce ni la luz eléctrica ni el agua corriente, ni los servicios, un lugar totalmente aislado del mundanal ruido. El agua la proporciona el arroyo que la acumula en una balsa que se aprovecha para asearse, pero está tan fría… El hospitalero me ofrece un té o café, se lo agradezco pero no tengo ganas, ya he visto bastante. Pienso que en verano es un buen sitio para pernoctar por el frescor que emana del entorno, será maravilloso contemplar el firmamento en esas largas noches estrelladas de primavera o verano, pero en invierno no parece aconsejable quedarse.
Regreso al Camino. Allí me espera el bueno de Juan Luis al que le ha venido de maravilla el descanso. Reanudamos la marcha, Hontanas se hace rogar, ya lo sabía de mi anterior camino. Se ven los tejados de las casas cuando estás casi encima de ellos.
En Hontanas entramos en el bar de Vitorino, un especímen muy singular del Camino. Su habilidad para atraer a la clientela se basa en hacer llegar a su garganta a través de los orificios nasales el vino que vierte desde un porrón a su frente. El numerito del porrón lo ha hecho famoso, sobretodo entre los peregrinos guiris y a él le vale para llenar su desastroso local, hacer caja y tratar de congraciarse con las peregrinas a las que intenta seducir pero pienso que con poco éxito, y es que se le ve venir a distancia. Se trata de uno de los vividores del Camino pero en realidad es un pobre hombre que cree que todo el mundo peregrino es orégano y no sabe lo que hacer para desahogarse, al final pienso que tendrá que contentarse con hacerlo platónicamente.
Después de tomarnos unos refrescos de cola y charlar un rato con él, reanudamos el Camino pero no vamos por donde nos indican las flechas, lo hacemos por la carretera a la tentadora sombra de la fila de árboles que la flanquean; por el sendero, que al final empalma con la misma carretera, ni una sola sombra. Así se lo hacemos comprender a Tulio y Marcos que nos han alcanzado y deciden seguir nuestros pasos.
Pasamos bajo los arcos del ancestral Convento de San Antón, donde hacemos una parada para observar con detenimiento lo que queda de él y descansar antes del último tramo que será de carretera a pleno sol.
Con Juan Luis quejándose de sus pies entramos en Castrojeriz dirigiéndonos al Bar Oliva donde encontramos a Resti y las hospitaleras brasileñas Vera y Rosa María a los que saludamos con un fuerte abrazo. Las brasileñas ya habían informado a Resti de nuestra cercanía. Y como hasta las cuatro no abren el Albergue nos quedamos allí mismo para comer con ellos. Después mantenemos una agradable sobremesa. Cuando tienen que marcharse para abrir el albergue, permanecemos un rato más descansando la comida. Cuando llegamos al Albergue solo quedan tres plazas libres, si nos descuidamos…. Como era de esperar la última plaza se ocupa enseguida teniendo que abrir el Albergue Municipal.
Después de la siestecilla, nos juntamos con los brasileños Tulio y Marcos, Resti, y las hospitaleras alrededor de una mesa del Bar El Lagar donde hacemos tertulia al amparo de unos vinos.
La tarde va cayendo lentamente, llega la hora de tomar algo de alimento y retirarse a descansar. Parece que el cielo comienza a nublarse, es posible que no tarde en llover. Si fuera así -comento con Juan Luis- mañana tendremos que rodear por Castrillo de Matajudíos, no quisiera tropezar con el barro en la subida a Mostelares, como el año pasado.
Hasta mañana, buenas noches.
Castrojeriz-Boadilla del Camino
Parcial 20 Km; Total 413,1 Km; A Santiago: 416 Km
Separación
Molto piano al principio e in crescendo lentamente, el coro de los monjes dominicos del Monasterio de Silos van convirtiendo las notas del pentagrama en el mas bello canto peregrino: el Dum Pater Familias con el que diariamente el hospitalero Resti acostumbra a despertar a los peregrinos justamente a las 06:30 horas, ni un minuto más ni uno menos. Aquí sí que se puede afirmar que no hay nadie que salga antes de es hora, la puerta permanece cerrada toda la noche. La música celestial que emiten los buffles producen la sensación de permanecer aún en medio de un sueño feliz, pero conforme los compases barrocos van ganando intensidad te vas dando cuenta que es hora de levantarse.
Una tenue claridad penetra por las ventanas cuyos cristales se ven golpeados por las gotas de lluvia que en esos momentos está cayendo. Como sospechábamos ayer ha estado lloviendo toda la noche. En qué barrizal se habrá convertido la pista de ascenso al Mostelares!!.
Las hospitaleras Vera y Rosa María nos preparan con esmero un buen desayuno, irradian las dos felicidad en su atención a los peregrinos, se nota que hacen su trabajo a gusto. Resti también está por ahí atendiendo a los peregrinos y observando que las normas de su Albergue sean respetadas. Es curioso que en este Albergue no hay tarifa establecida, solo la voluntad.
De nuevo llega la hora de despedirse de Resti y de sus eficaces y amables hospitaleras, es la triste realidad del Camino que impone su ley. Besamos con cariño a Vera y Rosa María agradeciéndoles sus atenciones y deseándoles una feliz estancia asi como que podamos seguir viéndonos. Luego llega el turno de Resti: Hasta pronto amigo Resti, gracias por todo, daremos un abrazo a “Santi” de tu parte -nos despedimos con un fuerte abrazo- volveremos a vernos. Buen Camino y suerte!! -nos responde acompañándonos hasta el mismo umbral de la puerta. Todo lo que tiene de masa corporal lo tiene de bondad aunque a veces se destape con algún exabrupto sobretodo cuando intentan engañarle y se enfada.
Nos enfundamos los chubasqueros y nos dirigimos a la salida del pueblo hacia el oeste. Damos por hecho que por Mostelares no iremos hoy. Llegamos a una bifurcación de carreteras y tomamos a nuestra derecha en dirección, pensamos, a Castrillo de Matajudíos. Cuando llevamos un tramo recorrido, oimos los gritos de unos peregrinos que hacen llamar nuestra atención. No les hacemos ningún caso confiados en nuestra veteranía y lo pagamos con creces. A unos tres kilómetros, un autobús de linea se para a nuestro lado. El chófer nos pregunta: Van Vdes. a Santiago??. Por supuesto -le contestamos. Pues van en mala dirección. Tienen que volver a Castrojeriz y tomar la verdadera carretera a Castrillo, se han equivocado, ésta conduce a Villasilos, fuera totalmente de ruta. Nos quedamos como anhelados con la boca abierta sin poder articular palabra. Como es posible que nos hayamos equivocado. Razón tenían los peregrinos que nos llamaban a gritos. Le agradecemos al chófer su información y malhumorados volvemos sobre nuestros pasos. Está bueno Juan Luis para hacer kilómetros suplementarios!! Pero no había mas remedio que pagar el pato. Al llegar a Castrojeriz nos damos cuenta del error garrafal que acabábamos de cometer. Teníamos que haber cruzado la carretera y tras pasar por un trozo de camino de tierra embarrada, llegar a otra carretera que es la buena para ir a Castrillo de Matajudíos. Juan Luis -le digo compungido-lo siento sobretodo por tus pies. No me responde, va muy pensativo, algo no marcha bien.
Hace un rato que ha dejado de llover y caminamos por el arcén con los chubasqueros recogidos; un estorbo menos. Llegamos a Castrillo de Matajudíos después de varias paradas a causa del dolor en los piés de Juan Luis. Allí giramos a la izquierda por una carretera donde un gran cartel anuncia “A Santiago 497 km”, me imagino que por carretera. Vamos poco a poco rodeando el Cerro de Mostelares por una carretera que es una longaniza en toda regla. Juan Luis sigue igual, decide cambiarse de calzado. Ahora prueba con las sandalias, yo le cedo mi bastón para que vaya con dos, pienso que algo le ayudará, pero ni hablar, ni con esas. Marchamos muy lentos. Por fin llegamos a Itero del Castillo donde decidimos descansar un rato y comernos un bocadillo. A ver si Juan Luis se recupera un poco y podemos llegar por lo menos a Boadilla del Camino.
Retomamos la marcha. Tenemos que dar un rodeo al encuentro del Puente Fitero, único punto disponible para cruzar el río Pisuerga. Alcanzamos el punto de encuentro del Camino que viene de Mostelares. A nuestra izquierda queda la Ermita de San Nicolás, a la derecha el puente. Lo cruzamos, ya estamos en la Provincia de Palencia, comienza la Tierra de Campos. El Pisuerga baja con bastante agua, forma la linea divisoria natural que separa las provincias de Burgos y Palencia.
Medio kilómetro escaso más allá entramos en Itero de la Vega. Juan Luis, entiendo que con buen criterio, decide abandonar, no quiere sufrir más. Ya habrá tiempo para reanudar el Camino. Nos despedimos con tristeza en el Albergue. Me cede su bordón con el que me desea llegue sin novedad a Santiago. Un fuerte abrazo y adelante, otra vez el lado negativo del Camino nos ha mostrado su cara.
Me quedan 8 km para llegar a Boadilla. Salgo del pueblo de nuevo solo pero con el recuerdo todavía en mi mente de mi compañero Juan Luis. Con la ilusión que tenía!! Año tras año ha venido realizando el Camino, éste hubiera sido su quinto Camino. Qué lástima!!
Voy acostumbrándome a caminar con la ayuda de los dos bastones y poco a poco compruebo su utilidad. Pasado el Cerro Largo comienza a lloviznar. Otra vez la lluvia!! Menos mal que solo me quedan 3 km para llegar. Me enfundo el chubasquero, la lluvia va en aumento hasta que una cortina de agua me impide la visión de la localidad de Boadilla hasta que la tengo a escasa distancia.
Me acerco al Albergue privado sin demora, son las 15:15 horas. Se encuentra casi completo pero todavía queda alguna cama baja. Da gusto permanecer en su interior. Fuera hace bastante frío y llueve sin cesar. Me doy una buena ducha y me echo una siestecilla..
A media tarde los peregrinos que allí nos encontramos formamos corrillo en el acogedor salón alrededor de una hermosa chimenea francesa que irradia el calor suficiente para encontrarnos cómodos.
No es cuestión de salir a dar una vuelta por el pueblo, sigue lloviendo. Ceno en el mismo Albergue en compañía de los tres únicos peregrinos españoles (dos de La Coruña y uno de Alcalá de Henares) y un italiano tocayo mío.
Aunque al principio no se me puede ir de la cabeza la imagen del peregrino Juan Luis, ojalá se recupere pronto y reanude su Camino, finalmente el sueño consigue vencerme.
Hasta mañana, buenas noches.
Boadilla del Camino-Carrión de los Condes
Parcial 25 Km; Total 438,1 Km; A Santiago: 391 Km
Una gran alegría
Después de hacer un buen desayuno en el Albergue y agradecer a la familia propietaria sus atenciones, me dispongo a iniciar la jornada en una mañana gris. Aunque ha dejado de llover la tierra se encuentra muy mojada. Un fuerte viento del Norte sacude mi rostro y hace que mi ritmo se acelere. Voy muy abrigado y ayudado por mi bastón y el que me dejó Juan Luis. Qué será de él?? Estará ya camino de Burgos??
Mientras me dirijo al Canal de Castilla, compruebo la eficacia de andar con dos bastones. Casi sin sentirlo me planto en el camino de sirga que discurre por la margen izquierda del Canal, el viento del Norte se hace mas patente en esta zona despejada, sigue soplando con fuerza.
En menos de una hora me encuentro atravesando Frómista. Hago una paradita frente la magnífica Iglesia de estilo románico puro de San Martín aprovechando para telefonear a mis padres que habían pasado unos días en Aranda del Duero.
A la salida de Frómista, tras cruzar la carretera de circunvalación, comienza un andadero que se encuentra muy mojado. Llego a la altura de Población de Campos y desde allí se camina en paralelo con la carretera por el andadero. Me cruzo con una peregrina francesa que va también muy abrigada. Pocos peregrinos en ruta.
En Revenga de Campos entro en un bar a tomarme un café caliente que complemento con una pastilla energética y un “chupito” de orujo. Ya puede hacer el frío que quiera, mientras no llueva…
Llegando a la altura de Villalcázar de Sirga recibo una llamada telefónica de Juan Luis. Me alegro mucho de escucharle y más aún cuando me informa que acaba de llegar a Frómista. Gracias a unos masajes que le han dado en los piés se ha decidido a continuar. Le animo a que siga y si es así le esperaría en Carrión de los Condes. Quedamos en que me volvería a llamar. A ver si con un poco de suerte disfruto de nuevo de su compañía.
La noticia de la recuperación de Juan Luis me dan nuevos bríos entrando en Carrión de los Condes sin novedad cuando el reloj marca las 13:30 horas. Allí me encuentro con el brasileño Tulio en compañía de su paisano Marcos que ya se encuentra recuperado del estómago. Piensan continuar hasta Calzadilla de la Cueza. Les deseo Buen Camino y me encamino al Hostal “La Corte” donde pido habitación.
Después de una buena ducha y de hacer la “colada” me dirijo al comedor anexo donde doy buena cuenta de un buen plato de “pintas” y unas codornices estofadas. Todo muy bueno. Me llama la atención una pareja de edad muy desigual. él se muestra muy celoso estando a la expectativa de cualquier mirada interesada que pudieran dirigir a su compañera. Unos peregrinos se acercan a su mesa intentando entablar conversación, cortando él de inmediato alegando que estaban comiendo.
Ya en la habitación, contacto con el Albergue de Frómista para que le dejen recado a Juan Luis de que espero su llegada a Carrión. Acto seguido llamo a mi mujer para informarle de mi existencia y decirla que la echo mucho de menos.
Hago una buena siesta en la ancha cama de matrimonio. A las 18:00 horas salgo a la calle. Hace un viento frío que hiela los sentidos. Entro en el Bar España donde me tomo un café con leche muy caliente. Allí me encuentro a dos peregrinas francesas que me recordaron que habíamos coincidido en el Hotel “Mónaco” de Los Arcos. La verdad es que no me acordaba de haberlas visto. Allí se encuentra también la pareja extraña que me llamó la atención mientras comía. Se entretienen leyendo en voz alta un libro, un rato él y otro ella.
Me dirijo a mi habitación en busca de un poco de calor pues en la calle no hay quien esté del frío que hace. Pongo la TV y llamo a mi sobrina Lourdes y hablo con José Antonio y Javier a los que hecho también mucho de menos. Llamo de nuevo a mi mujer que me informa que en Castellón está “diluviando”. Me llama Juan Luis desde Frómista, me dice que mañana continuará el Camino, le contesto que espero su llegada, saldré a su encuentro. Reservo habitación para él.
Después de cenar una sabrosa sopa castellana y salmón a la plancha, me retiro a la habitación. Mañana no hay prisa.
Ahhh!! se me olvidaba. Llamo al bueno de Agapito quien se alegra mucho de saber que me encuentro en buena forma. Dará recuerdos míos a los amigos de la Lista de Internet.
Duermo de un tirón. A la mañana siguiente me levanto sin prisas. Como sigue el frío intenso me acerco al Bar España a desayunar después de comprar unas postales para mandar a la familia. Me entretengo escribiéndolas haciendo tiempo para salir al encuentro de Juan Luis.
Recibo la llamada de Juan Luis. Se encuentra en Villalcázar de Sirga almorzando. Hago más tiempo acercándome a Correos a echar las postales y acto seguido me dispongo a salir a su encuentro que se produce a tres kilómetros de Carrión. En el trayecto me cruzo con muchos peregrinos. Le transmito a Juan Luis mi alegría por verle recuperado aunque me dice que no va del todo bien, ya veremos…
Después de una buena comida en el Restaurante “La Corte” nos echamos una siestecilla y salimos a visitar la Iglesia de Santa María y el Museo de Santiago.
Llamadas de teléfono, cena y a la cama que es donde mejor se está, el ambiente gélido continúa.
Buenas noches y hasta mañana.
Carrión de los Condes-Calzadilla de la Cueza
Parcial 19 Km; Total 457,1 Km; A Santiago: 372 Km
Encuentro con Akiko
A las 07:00 nos levantamos dispuestos a iniciar la etapa. En primer lugar, nos acercamos al Bar España para desayunar. El tiempo ha mejorado bastante. Menos mal. Salimos de Carrión de los Condes por San Zoilo y tras la rotonda enfilamos la carreterilla de Villotilla y después de 4 km de campiña, nos presentamos en las ruinas de la Abadía de Benevivere que data del siglo XI, un enclave con mucha vegetación.
En este punto arranca una pista rellena de tierra rojiza, mejorada respecto a la que encontré en mi primer Camino, que discurre por la Vía Romana de Aquitania que partía de Burdeos y terminaba en Lisboa. La tomamos con decisión. Son 12 km los que nos queda para llegar a Calzadilla de la Cueza. De momento Juan Luis no se queja. A la derecha han plantado unos árboles que en su día darán una sombra que agradecerán los peregrinos, sobre todo porque hasta donde alcanza la vista no se ve ni un solo árbol merecedor de este nombre. A ambos lados de la pista campos de cereal cuyo verdor alegra la marcha.
Nos tomamos un receso en un area de descanso situada a 4 km. Ahi coincidimos con la peregrina barcelonesa Concha, la que curó los pies de Juan Luis en Calzadilla. Va acompañada de una peregrina japònesa de nombre Akiko natural de Yokohama. Una vez que damos cuenta de los bocadillos que habíamos preparado ayer tarde, y con el estómago recuperado, reemprendemos la marcha. Nos quedan 9 km de monotonía y soledad. Akiko se para en cuanto ve una flor para sacarle una foto. Es una forma de vencer la monotonía. Ya vislumbramos la torre del cementerio pero aun nos resta una hora para llegar. Calzadilla de la Cueza la ves cuando estás practicamente encima.
Entramos en el bar cuando son las 12:45 horas. Nos tomamos unas cervezas con sus respectivas tapas. Poco a poco van llegando mas peregrinos. Son muchos los que van haciendo el Camino, sobretodo extranjeros.
Una vez acomodados en el albergue y duchados, nos acercamos al bar a comer y después de una buena siesta, nos vamos al patio posterior del Albergue a disfrutar de una soleada tarde. En el patio nos juntamos con Concha, Akiko y otros peregrinos con los que charlamos de nuestras vivencias. Juan Luis aprovecha para darse un baño de pies en agua fría con sal y vinagre. Concha le da también unos masajes. A ver si se recupera.
Cuando el último rayo de sol se pierde en el horizonte, despejamos el patio y nos encaminamos al bar a seguir la tertulia y a cenar acompañados de Concha, Akiko y Thierry.
Al final el Albergue se ha llenado. Algunos extranjeros ya se encuentran entre los brazos de Morfeo. Nosotros no tardamos en aprestarnos a ello. Mañana será otro día.
Buenas noches y hasta mañana.
Calzadilla de la Cueza-Sahagún
Parcial 21,5 Km; Total 478,6 Km; A Santiago: 350,5 Km
Juan Luis se resiente
Los alemanes y franceses se despiertan al alba como las gallinas. Son las 6 y tienen la poca deferencia de encender las luces. Por si esto fuera poco, el crujir de los plásticos arreglando las mochilas penetra en tus oídos sin compasión alguna. Es uno de los tributos del Camino que tenemos que pagar. Nosotros no somos tan madrugadores, dejamos que se vayan yendo y cuando se despeja el Albergue, llega nuestro turno.
Tranquilamente, desayunamos en el bar. Aunque el ambiente es fresco, vaticinamos una mañana soleada, ideal para andar. Me alegra por Juan Luis. Ojala pueda superar los dolores de pies. De momento vamos andando sin dificultad. Pasamos por las ruinas del antiguo Hospital de Peregrinos de Santa María de las Tiendas, junto a la Abadía de la Orden de Santiago en lamentable estado y poco después estamos atravesando la localidad de Lédigos con la mayoría de sus casas construidas de adobe. Nos tropezamos con un paisano que nos cuenta sus batallitas en tierras castellonenses durante la Guerra Civil española cuando pasaron por Castellón las tropas Nacionales tras la toma de dicha región. Dice que entre Castellón y Villarreal se podían ver ametralladoras abandonadas por los “rojos”. El Capitán, parece ser que al no encontrar “rojos” a quienes disparar, no se le ocurrió otra cosa que hacer unos disparos contra unos ladrillos, con tan mala fortuna que una de las bala rebotó y le alcanzó a él, teniendo que ser retirado al hospital. Malos tiempos y recuerdos aquellos.
Saliendo de Lédigos, llaman nuestra atención unas construcciones circulares con la pared llena de agujeros. Son los típicos palomares leoneses. Juan Luis, aunque no dice nada, se le ve con mala cara, intuyo que el dolor de pies comienza a mortificarle.
En poco más de media hora, nos presentamos en Terradillos de los Templarios. Aunque todavía es pronto para comer, encargamos a Luisa, la propietaria del Albergue, unos huevos fritos con chorizo casero que nos saben a gloria y nos dan fuerzas para continuar. Luisa nos comenta que por lo menos están pasando un 30% más de peregrinos que el año pasado.
Salimos de Terradilllos por la senda que discurre paralela a la carretera nacional. El campo ondulado está teñido de un verde precioso, los trigales están a reventar. Qué lástima que no podamos disfrutar al máximo del paisaje debido al estado de Juan Luis. Pasamos por Moratinos y San Nicolás del Real Camino, último pueblo de la provincia de León.
Juan Luis va de mal en peor. Los pies ya le torturan. Tenemos que parar a cada instante. Además, el calor se va haciendo notar. Rodeamos el puente sobre la carretera nacional que coincide con la línea divisoria de las provincias de León y Palencia. Ya divisamos la población de Sahagún al fondo pero aun nos quedan casi 4 km para llegar. El calor sigue en aumento y Juan Luis de mal en peor lo que nos obliga a caminar muy lento y con continuas paradas que rompen el ritmo de marcha y terminan cansándote más.
A la altura del puente sobre el río Valderaduey, Juan Luis me recuerda que el Camino discurría por la margen izquierda del río, cruzando la carretera hasta la Ermita de la Virgen del Puente, pero que se da mucha vuelta y él no está para hacer un solo metro de más. Así que continuamos por la senda, pegados a la carretera. Nos van alcanzando peregrinos conocidos, entre ellos Concha, Akiko y el suizo Thierry. Nos dicen que ellos han estado almorzando en Lédigos y que el albergue está muy bien. Ellos continúan. Juan Luis no podría seguir su marcha. Pronto los perdemos de vista.
A trancas y barrancas llegamos al Albergue de Sahagún cuando son las 3 menos cuarto. De momento perdonamos la comida. Juan Luis está deshecho y a mí con su marcha y paradas me ha contagiado el cansancio. Me doy una buena ducha y hago la colada. A continuación nos tomamos un bocadillo con una cerveza y vuelta al Albergue a estirar y descansar las piernas. Lo necesitamos.
Juan Luis me dice que no puede más, que definitivamente abandona. Sabia decisión. Le acompaño hasta la Estación de Ferrocarril para sacar el billete de regreso a casa. Le noto muy triste. Le animo diciéndole que el Camino estará siempre ahí aguardando el momento oportuno para reanudarlo una vez recuperado. Lo mismo que yo hice en mi Primer Camino, donde tuve que abandonar en Santo Domingo de la Calzada y al año siguiente lo pude reanudar y llegué a Santiago sin novedad.
Nos acercamos al centro del pueblo. En la Plaza Mayor, nos encontramos con Concha, Akiko y Thierry y nos sentamos con ellos a tomarnos unas tapas en la terraza del Bar “El Ruedo”. Sienten mucho el abandono de Juan Luis. Como siempre contamos las vivencias de cada uno en la jornada de hoy. A Akiko le pesa de más la mochila, así que mañana mandará algunas cosas a Japón. Esto suele suceder con peregrinos primerizos.
Cuando llega la hora, Juan Luis y yo nos acercamos al Restaurante “La Codorniz” donde pedimos la cena especial de Peregrino. Y seguidamente al Albergue a descansar que el cuerpo nos lo agradecerá.
Buenas noches y hasta mañana
Sahagún-Reliegos
Parcial 30 Km; Total 508,6 Km; A Santiago: 320,5 Km
De nuevo solo
A las siete y media salgo con Juan Luis del Albergue, dispuesto a reanudar el Camino de nuevo en solitario. Hacemos un buen desayuno en el Bar “El Ruedo” y llegó la hora de la despedida. Es la realidad del Camino manifestada en toda su crudeza. Juan Luis me cede su bordón y nos fundimos en un abrazo. Un abrazo de amistad y comprensión. Le deseo todo lo mejor, mucho ánimo y que se recupere pronto. Nos deseamos “Buen Camino” y nos separamos cada uno a su destino.
Me dirijo a la parte baja del pueblo, intentando centrarme en el Camino y tras pasar las ruinas del Monasterio de San Facundo y el Arco de San Benito salvo el río Cea por el Puente del Canto, sólida construcción de casi un milenio de antigüedad. Haago una breve parada para contemplar la chopera donde la historia sitúa el combate entre Carlomagno y el rey moro Aigolando, en el que perdieron la vida unos 40.000 combatientes. Cuenta la leyenda que las lanzas cristianas florecieron al ser clavadas en la pradera.
El Camino abandona definitivamente el pueblo y se interna en la campiña. Ando tratando de habituarme a los dos bordones. Pronto lo consigo, comprobando la bondad de su uso. Tras pasar unas charcas, llego a la altura de la localidad de Calzada del Soto que dejo a la derecha y emprendo el camino por un andadero arbolado que discurre en perfecto tiralíneas paralelo a una pista de concentración parcelaria. Marcho completamente solo a un ritmo constante. Son momentos de abstracción y recuerdos.
Casi sin darme cuenta llego a la altura de la Ermita de la Virgen de los Perales, donde es obligatoria una corta parada aprovechando para tomar unas fotos. Un kilómetro más adelante alcanzo la población de Bercianos. En un cruce de calles a la derecha localizo el bar, donde me dirijo. Me encuentro con Concha, ha dejado sola a Akiko que desea caminar en solitario. Es hora de almorzar, así que un pincho de tortilla de patatas con una cerveza no me sentará mal. Me despido de Concha y a seguir.
El sol comienza a calentar lo suyo. Sigo a mi ritmo por el interminable andadero y tras una hora y media entro por las calles de Burgo Ranero que me recibe con las campanadas del reloj de la iglesia de las 12 del mediodía. Localizo el Bar Peregrino y entro sin más. Hay que descansar hasta la hora de la comida. Saludo al propietario, me recuerda y también a Juan Luis de quien le transmito sus saludos. Le pongo en antecedentes. Me pasa a una dependencia donde puedo reposar tranquilamente en espera de la hora de la comida. Quiero pernoctar en Reliegos para tener León a tiro de piedra.
Aparece Concha en compañía de Akiko, han salido juntas de Bercianos. Akiko se quedará en el Albergue mientras Concha continuará a Reliegos, no le ha gustado la actitud rígida del Hospitalero francés.
A las dos llega la hora de la comida. Hoy no tengo mucha suerte, la comida deja mucho que desear. Tomo los bártulos y a continuar. Son casi 13 kilómetros los que tengo por delante.
Es horrible caminar por estos páramos y con el sol de justicia que cae peor aún. Los arroyos se suceden cada poco tiempo, pero la limpieza brilla por su ausencia. Es una pena ver las zonas de descanso llenas de papeles y residuos orgánicos. Es una asignatura pendiente para muchos peregrinos.
Villamargo se siluetea al fondo, pero da la sensación de alejarse al ir avanzando. Es curioso. La vía del tren discurre solitaria a una cierta distancia a la derecha. Un tren de mercancías rompe la monotonía del paisaje. Da la sensación de encontrarme en el lejano oeste americano. El panorama es desolador.
Villamargo se resiste a ser alcanzada. Paso junto a una base de avionetas y al fin llego a la altura de la carretera de acceso al pueblo. El apeadero del tren queda a la derecha. Una gran soledad inunda el paisaje. Parece como si los peregrinos se hubieran esfumado. La carretera que llevo a la derecha está recién asfaltada pero el tráfico de vehículos es prácticamente nulo.
Pon fin comienza a confluir la vía del tren con la carretera. Pasa un tren regional. Cruzo las vías por un paso a nivel y continúo por el arcén de la carretera.
Reliegos se resiste. Los últimos kilómetros son los que mas largos se te hacen. Me da la impresión de que tras ese altozano se hará ver, pero es solo una ilusión, es una nueva curva y otra cota. Tras un área de recreo situada en una hondonada, aparecen por fin las cuevas-bodega que jalonan el camino a la entrada del pueblo. Son las 06:30 horas. Lo primero que hago es dirigirme al albergue y asignarme litera baja. El albergue está casi al completo de peregrinos, de los que destacan los brasileños. Una buena ducha, la colada de costumbre y a pasear un poco, ya habrá tiempo de descansar por la noche.
Me acerco al bar para preguntar por la hora de la cena. No tengo suerte, esa noche no sirven cenas pues están de Comunión de un nieto. Así que no tengo más remedio que acudir a una tienda para que me preparen un bocadillo.
Como no hay mucho que ver en el pueblo, me dirijo a la plaza donde me siento en unos escalones a esperar la hora del bocadillo, contemplando el ambiente de peregrinos que se mueve por la plaza.
Se acercan una pareja de peregrinos que igual que yo, esperan la hora del bocadillo para cenar. Nos presentamos. Se trata de un matrimonio mayor residente en Pamplona. El se llama Santos, natural de la misma Pamplona y ella Merche, gallega de Boiro. Enseguida entablamos conversación y al parecer nos compenetramos. Se pueden contar con los dedos de una mano los peregrinos españoles con quien poder dialogar. Sentados en una acera de la plaza, damos cuenta de los bocadillos. Es hora de volver al Albergue.
El comedor y la cocina se encuentran acaparados por los brasileños que se desgañitan, sobresaliendo por su vozarrón un brasileño al que llaman Campagnolo, aparenta el líder del grupo. El automático de la red eléctrica, salta a cada momento porque quieren cocinar todos a una y la línea se sobrecarga. La Hospitalera les llama la atención. Nosotros poco tenemos que hacer ahí, no tenemos vela en ese entierro, así que lo mejor es retirarnos a nuestras respectivas literas e intentar dormir. Por lo menos descansaremos mientras terminan la juerga los brasileños.
Recibo una llamada de un amigo peregrino de Madrid, Javier Martín que me comunica que el jueves comenzará el Camino en Astorga. Así que posiblemente nos encontremos. A ver si es verdad.
Buenas noches y hasta mañana.
Reliegos-León
Parcial 23 Km; Total 531,6 Km; A Santiago: 297,5 Km
Nuevos compañeros
Los guiris siguen siendo nuestro despertador. A las 6 ya están encendiendo las luces que terminan por despertar a cada quisque. Remoloneo unos minutos y a levantarse toca.
Merche, calienta agua y muy amable me ofrece un descafeinado con leche condensada con unas pastas que hacen un buen desayuno para calentar el cuerpo y emprender el Camino. Es un poco pronto, pero mejor, así llegaré a buena hora para comer en León.
Poco a poco van saliendo los peregrinos enfilando la recta de 5 km que enlaza Reliegos con Mansilla de las Mulas que se divisa al fondo. De momento hay que abrigarse porque hace fresco como va siendo la tónica de estos días.
Cruzando el puente de acceso a Mansilla sobre la carretera de circunvalación, alcanzo a Santos y Merche con los que hago la entrada al pueblo. Nos hacemos unas fotos ante la estatua del peregrino situada frente a la puerta de la muralla. Bello monumento que para dar la bienvenida a los peregrinos.
Entramos en una cafetería donde nos hacemos un desayuno como toca. Como veo que ellos se lo toman con calma, me cargo los bártulos y reanudo el Camino en solitario. Se sale de Mansilla por el puente de piedra sobre el río Esla. Una mirada hacia atrás me ofrece una panorámica de Mansilla amurallada junto al río jalonado por hermosas choperas.
Pasado el puente, me adentro por una pista agrícola que discurre paralela a la carretera. Es curioso observar, como tu sombra se proyecta a tu lado izquierdo y no al frente como hasta ahora y es que el Camino ha derivado hacia el noroeste.
El Camino confluye con la carretera a la altura del pueblecillo de Villamoros que se atraviesa por el arcén y un kilómetro después, antes de cruzar el puente sobre el río Porma, entro en el Bar Casablanca y pisándome los talones, aparecen Santos y Merche. Yo me tomo una coca-cola. Me dicen que han quedado con unos amigos leoneses que les recogerán antes de entrar en León. Así que me cargo la mochila y a continuar.
Cruzo las revueltas aguas del río Porma por el Puente de Villarente por un nuevo paso habilitado para los peregrinos. Ya era hora, porque la verdad es que ese punto de paso era muy peligroso. Atravieso la larga fila de casas que forma la localidad que da nombre al puente hasta las últimas casas donde se deja la carretera por un sendero que sale a la derecha. Da gusto pisar la tierra de nuevo.
El sol comienza a molestar, así que me pongo el pañuelo en el cogote para protegerme de sus nocivos efectos y a emprender la subida al pueblo de Arcahueja, donde hago un receso, voy completamente sudado.
Ya se olfatea León en el ambiente. Paso por un Polígono Industrial y enlazo con la carretera nacional que se debe tomar irremisiblemente. Me las veo y me las deseo para cruzar la peligrosa carretera saturada de tráfico y tras otro breve ascenso, corono el Alto del Portillo. En este momento recibo la llamada de la burgalesa Visi. Me dice que Juan Luis ha llegado a Burgos sin novedad y que se han visto durante la Misa en la Cartuja. Le transmito mis saludos. Pobre Juan Luis, con la ilusión que tenía en llegar a Santiago.
Acompañado por dos peregrinos “guiris” alcanzo el Alto del Portillo desde donde ya puedo divisar la gran ciudad de León en toda su extensión. Distingo las agujas de la Catedral. Parece que la tengo ahí mismo, pero son 7,5 km los que me restan para llegar.
Unos metros después del Alto, el Camino se desvía a la izquierda. Menos mal, se deja la horrorosa carretera. Paso ante la sede principal de Caja España con sus bonitos jardines y se entra al barrio de Puente Castro que hay que callejear y salvar el río Torio, afluente del Bernesga, por un coqueto puente peatonal. Hace un calor espantoso, estoy deseando encontrar algún bar donde refrescarme y saciar la sed. A la derecha encuentro uno. Me dirijo inmediatamente a él seguido de los “guiris” y después de descansar unos instantes me tomo dos cervezas casi seguidas que me dejan como nuevo.
A las 12:30 horas hago mi entrada en el estupendo Albergue Municipal que dispone León a la entrada de la ciudad. No tengo problemas de alojamiento. Tras adjudicarme una litera baja de las cuatro que tiene la habitación, me doy una soberbia ducha y hago la habitual colada. Hoy más que nunca, la ropa lo necesita.
Como es domingo, me voy a hacer un extra dando cuenta de una suculenta comida en El Corte Inglés que a pesar del día festivo se encuentra abierto. No queda muy lejos del Albergue.
De regreso, me hago una buena siesta hasta la 6. Después de hacer unas llamadas familiares, me arreglo un poco y me dirijo hacia el centro urbano, donde doy mis paseos por la Plaza de San Marcos, la Catedral y la Colegiata de San Ildefonso. Encuentro una mesa en una terraza de un bar donde me siento a tomarme un té mientras escribo unas postales para enviar a la familia y hago mis anotaciones de la jornada. La calle es un continuo bullir de gente. Hay mucha animación. Después de tanta soledad, se agradece.
Cuando llega la hora, me dirijo al Barrio Húmedo, donde entro a cenar en el Bar “El Botijo” situado en la típica Plaza de San Martín, rodeada de tascas. Los parroquianos se afanan en cubrir las rondas.
Vuelta al Albergue y a descansar que hay que coger fuerzas para la próxima jornada.
Buenas noches y hasta mañana.
León-San Martín del Real Camino
Parcial 25 Km; Total 556,6 Km; A Santiago: 272,5 Km
El páramo leonés
Después de una buena noche de descanso, salgo a las 07:15 horas de este acogedor Albergue, vamos, mejor que un hotel. Me acerco a la Avenida de Fernandez Ladreda en busca del bar en el que desayuné el Camino anterior con Juan Luis y Visi. Todavía no está abierto. Así que no hay más remedio que echar mano de una tableta energética que con un poco de agua es suficiente alimento para comenzar la jornada.
Enfilo la avenida en dirección a Astorga, dejo la Plaza de Toros a la derecha y enlazo con el carril peatonal de la autovía que soporta como de costumbre un tráfico intenso., comenzando un suave ascenso.
A un 1 km encuentro un bar abierto donde me tomo un café con leche bien caliente. Continuo ascendiendo y en una hora y media estoy en la localidad de Virgen del Camino donde termina la autovía. Al pasar un bar, veo a Santos y Merche desayunando. Nos saludamos y continúo la travesía del pueblo. A la derecha dejo el Santuario de la Virgen del Camino de estilo modernista, en cuya fachada se pueden contemplar las estatuas estilizadas de los doce Apóstoles y la Virgen. El templo original conserva un retablo barroco presidio por la Virgen del Camino, Patrona de León.
Cruzo la carretera para adentrarme en el Camino de tierra que en un punto hace un rodeo para evitar un nudo de carreteras. El Camino discurre ahora por un inmenso páramo con una cota de 900 metros. A lo lejos se vislumbra la silueta de una cadena montañosa, deben ser los Montes de León.
Sin apenas darme cuenta estoy atravesando la localidad de Valverde de la Virgen por el arcén izquierdo de la carretera. Las cigüeñas están cobijadas, como el año pasado, en los cuatro nidos que han formado en la espadaña de la ermita a la derecha de la carretera.
Otros 3 km de páramo por caminos y de nuevo el arcén de la carretera para atravesar la localidad de San Miguel del Camino, asentada en otro de los vallejuelos que cruzan el páramo. A la salida del pueblo, hago una parada en la fuente, donde aprovecho para refrescarme pues el calor comienza hacerse patente. Son 8 km los que me quedan para llegar a Villadangos, calculo unas 2 horas.
El páramo se manifiesta con toda su crudeza, cae un sol de justicia y los kilómetros parecen como si no pasasen. Es un tramo muy pesado hasta que se llega a un área de servicio con dos hostales y una gasolinera. Esta vez paso de largo. Estoy deseando llegar a Villadangos para descansar algo y tomarme algo. Todavía me quedan 2 kilómetros, pero estos son mas agradecidos pues el Vallejo donde se asienta el pueblo tiene algo más de verdor.
Son las 11:45 horas cuando llego al Bar Libertad, situado en el centro del pueblo, donde hago un receso y me tomo una merecida cerveza con un pincho de tortilla de patatas. Veo algún que otro peregrino pero todos extranjeros. Hay que continuar.
Afronto los 3 km que me faltan para llegar a San Martín del Camino, bajo un sol de justicia. Voy a ritmo por el arcén izquierdo de la carretera ayudado con los dos bastones, y por fin, cuando son las 13:00 horas llego a las puertas del Albergue, sellado de credencial, pago de 3 € y a buscar cama, sin problemas porque bastantes peregrinos se han quedado en Villadangos.
Una buena ducha y posteriormente la colada en los lavaderos situados en el jardín. Hoy la ropa se va a secar pronto porque además de hacer sol, corre una brisa caliente.
Me acerco al Bar Picos para comer. Unos espaquetis y carne en salsa que deja mucho que desear.
De regreso al Albergue compruebo con alegría que Santos y Merche han optado también por este Albergue. Toca una buena siesta y luego al jardín donde formamos una tertulia con Santos y Merche, unos peregrinos de Vitoria y tres brasileñas. Resulta que Santos es prejubilado de Telefónica y conoce a mi hermano Juan. ¡Qué casualidad! Hablamos sobre ello. A media tertulia, aparecen unos peregrinos extranjeros que vienen campo a través. ¡A buena hora llegan! Parece ser que querían ir a Villar de Mazarife y se perdieron. Lo han pasado muy mal y han aparecido aquí por casualidad. El viento va en aumento. Hay que recoger la ropa que está más que seca y a prepararnos para dar una vueltecita por el pueblo en compañía de Santos y Merche y a cenar.
Probamos en el Bar “El Cubano”. Están también los dos peregrinos de Vitoria que llevan una media de 40 km diarios. ¡Menuda marcha! La cena mejor que la comida. Una sopa casera y unas chuletas de cordero. Más que suficiente. Tenemos que dar otra vuelta por el pueblo para ayudar a hacer la digestión. Voy congeniando bien con los pamplonicas, y cuando la noche comienza a hacer acto de presencia, regresamos al Albergue. No tardamos mucho en meternos en los sacos de dormir.
Buenas noches y hasta mañana.
San Martín del Real Camino-Astorga
Parcial 23 Km; Total 579,6 Km; A Santiago: 249,5 Km
El río Orbigo
Son las 06:15 horas. Los peregrinos de Vitoria son los que hoy tocan diana. Seguro que hoy se plantan en Rabanal del Camino. Hoy les han ganado la partida a los “guiris” que no tardan en comenzar a “preparar sus maletas”. A continuación vamos levantándonos los demás españoles.
Desayuno una café con leche de máquina con una tableta energética y a las 07:15 horas y tras despedirme de la hospitalera Ana, doy comienzo a la jornada de hoy en solitario.
Esta vez evito el Camino marcado que se interna en la chopera atestada de grajos y que da un rodeo innecesario, además de tener que soportar el estridente grajeo que sale del ramaje de los chopos. Sigo por el arcén de la carretera hasta enlazar con un andadero ya señalizado que discurre paralelo a la carretera. Una gran recta de 6 km entre huertas que los lugareños han conseguido ganar al agreste páramo.
En este punto, el Camino se separa de la carretera al encuentro del famoso Puente de Orbigo que se encuentra en obras. Se trata de un largo y robusto puente de piedra de construcción irregular, de 300 metros de longitud y formado por 21 arcos ojivales. Me detengo ante el monolito que recuerda al caballero leonés D. Suero de Quiñones, el que prendado de amor por una dama, se plantaba en el puente y no permitía pasar a nadie sin aceptar una justa. ¡Cuánta historia escondida en estas piedras!
Al final del puente, entro en el bar del Hostal a hacerme un desayuno como toca: una gran taza de café con leche con tostadas de mantequilla y mermelada. Suficiente para llegar a Astorga.
Al atravesar el pueblo, existen dos opciones: Bien por el monte pasando por Villares y Santibañez o a la izquierda buscando la carretera antigua. Como el año pasado fui por el monte, me decido por la opción del andadero de la carretera que además ahorra unos 2 kilómetros.
Con la inestimable ayuda de los dos bordones, voy caminando fuerte a un ritmo de 5,5 km/hora. Me encuentro muy bien de fuerzas, lo cual se agradece después de tantos kilómetros recorridos.
Después de unas dos horas en paralelo con la carretera y tras una cuestecilla, justo cuando se “roza” la autopista, se cruza por un puente enlazando con una pista que se dirige al Crucero de San Toribio.
Este es un lugar ideal para hacer un receso y disfrutar del paisaje contemplando la magnífica panorámica de la ciudad de Astorga en la que se distingue con nitidez las dos torres gemelas de la catedral. Los Montes de León, ya casi a tiro de piedra, en los que destaca el emblemático monte Teleno, dando fin a la llanura, son la guinda para componer un hermoso cuadro.
Ahora toca un fuerte descenso hasta San Justo de la Vega donde me apetece tomar una fresca cerveza pues ya hace bastante calor. Solo restan 4 km para llegar a Astorga que en una hora se pueden hacer.
Alcanzo a cuatro peregrinos brasileños y con ellos camino un rato por un camino que discurre por los huertos que se esparcen por la llanura. Cruzado un puentecillo romano enlazo de nuevo con la carretera ya a las puertas de las murallas de Astorga. Tras cruzar las vías de ferrocarril, viene ahora un repecho para entrar definitivamente en la ciudad por la Puerta del Sol. Sigo la muralla por los jardines hasta el Albergue. Son las 12:15 horas.
El hospitalero portugués ha dejado la puerta abierta, pero no permite la entrada a ningún peregrino hasta las 13:30 horas, hora oficial de apertura, así que me desprendo de la mochila que dejó tras la cola de mochilas que se ha formado y me voy en busca de un bar a tomarme el aperitivo y hacer tiempo.
Cuando llega la hora, me acerco al Albergue, sello de la credencial y acomodo en una de las literas. Una buena ducha y la habitual colada son los pasos previos en todas las etapas a prepararse para salir a comer.
Una ayudante del hospitalero me recomienda el Restaurante Serranos y la verdad es que fue un acierto. El menú del peregrino es más que suficiente, tanto es así que declino el regreso al Albergue y me dirijo a la Catedral para hacer la digestión. A la sombra de un árbol, me siento en un banco y hago una llamada telefónica a mi mujer. Apetece la sombra pues la tarde es calurosa.
Mientras descanso, veo a Santos que se acerca a saludarme. Poco después aparece su mujer Merche y juntos nos acercamos a la Plaza Mayor a sentarnos en una de las terrazas y contarnos nuestras vivencias. Ellos han venido por Santibañez. Se está bien en esta Plaza porticada, contemplando la magnífica fachada del Ayuntamiento coronada por el reloj y la pareja de autómatas con trajes típicos maragatos que representan a Colás y la Colasa que tocan las horas aporreando con unos mazos la campana.
Pasado un buen rato, me dirijo al albergue donde encuentro al hospitalero a quien pregunto si hay Albergue en Foncebadón. Me contesta negativamente, pero que le han dicho que hay una casa rural. Me acerco a la Oficina de Turismo para corroborarlo y me confirman que es posible alojarse en una Casa de Turismo Rural “El Convento de Foncebadón”. Llamo por teléfono y me piden 36 € solo por dormir. Un poco caro parece para el sitio donde está. Pronto estará disponible un Albergue para Peregrinos que están construyendo ellos mismos. Así que definitivamente decido hacer noche, como de costumbre, en Rabanal del Camino.
Como queda tarde todavía y el tiempo es fenomenal, me acerco para hacer una visita a la Catedral gótica de Santa María. Una vez en el interior, da la impresión de poseer más luminosidad que la de León, aunque por supuesto de menores dimensiones. Es curioso observar en lo más alto del pináculo del ábside, la figura del popular Pero Mato, un alférez maragato que guerreó en la batalla de Clavijo.
Una llamada a mis padres se hace obligatoria y después nuevamente a la Plaza Mayor a tomarme unas cervezas con unas tapas que serán más que suficientes para cenar ya que hoy la comida ha resultado copiosa. Aprovecho para tomar mis apuntes. Se está muy a gusto.
Cuando llega la hora, vuelta al Albergue y a prepararse para conciliar el sueño, hoy espero que me duerma rápidamente pues no he hecho la siesta.
Buena noches y hasta mañana.
Astorga-Rabanal del Camino
Parcial 19,5 Km; Total 599,1 Km; A Santiago: 230 Km
Los Montes de León
Son las 07:00 horas cuando me dispongo a levantarme, hacer el aseo habitual y preparar la mochila. He dormido de lujo. Salgo del Albergue en busca de algún bar donde desayunar. Hace fresco aunque el cielo está totalmente despejado. Buen augurio. Siguiendo las flechas amarillas comienzo el callejeo de Astorga. Encuentro un bar y me encamino a él. Unos cuantos peregrinos se encuentran ya desayunando. Yo hago lo propio y sin más a buscar la salida de Astorga.
Estoy en la antigua N-VI y busco la carretera de Castrillo de Polvazares que no tardo en alcanzar. En el horizonte contemplo la grandeza de los Montes de León a cuyos pies estaré hoy.
Al poco rato me encuentro con Santos y Merche y en compañía pasamos ante la vieja Ermita del Ecce Homo. No nos resistimos a echar una mirada por la rejilla de la puerta el oscuro interior, no se ve nada. Tras pasar el puente sobre la autovía y poco después el río Jerga rodeado de una frondosa chopera, llegamos a la población de Murias de Rechivaldo donde existe un Albergue privado que también dispone de un buen restaurante donde se suele degustar el cocido maragato. Para nosotros es pronto aún para cocidos, así que adelante.
Vamos saliendo de Murias dejando poco a poco a nuestra derecha la famosa localidad maragata de Castrillo de Polvazares en cuya calle Mayor, casa sí casa no, es un restaurante típico que se llena de clientes que vienen a propósito a este pueblo para degustar el cocido maragato.
Por un camino de tierra, en una hora llegamos a Santa Catalina de Somoza otro típico pueblo maragato cuyo único interés es el paso de peregrinos. El bar está a tope de ellos.
Por un arcén paralelo a la carretera, en otra hora alcanzamos la localidad de El Ganso, otro pueblo casi abandonado que con el buen tiempo resucita con el paso de los peregrinos. En este pueblo, se comienzan a ver las casas con cubierta de paja. A la salida del pueblo un lugareño tiene abierto el Bar Cowboy que haciendo honor a su nombre el propietario va vestido de vaquero americano. Hacemos un receso para tomarnos unos refrescos pues el sol comienza a calentar. Una foto con el “cowboy” es casi una obligación.
Pasamos por el crucero que marca la continuación del andadero que en continuo y suave ascenso va aproximándonos a Rabanal del Camino. Antes pasamos por una encina solitaria que surge casi en medio del Camino. La foto lo dice todo. Luego descendemos hacia una vaguada donde fluye el Arroyo de las Reguerinas en una zona de pinares. Pasado el Puente de Pañoto, dejamos la carretera y por un desvío a la derecha penetramos en un encinar por una senda ascendente recién abierta. Hay que andar con precaución pues todavía quedan restos de raíces a flor de tierra.
De nuevo en la carretera, ya vemos al frente la población de Rabanal del Camino. Antes dejamos a nuestra izquierda el magnífico ejemplar de “carballo” centenario, despojado de ramaje en estos momentos pero que cuando esté en lo suyo, debe dar una buena sombra al peregrino sudoroso.
Enseguida se pasa por la Ermita de la Vera Cruz y ya estamos a la entrada del pueblo frente al Albergue privado Nª Sra. del Pilar hacia el que encaminamos nuestros pasos. Son las 13:00 horas.
Tras el sellado de la credencial y pago de 4 € pasamos a un gran patio florido y muy adornado con aperos de labranza y nos dirigimos directamente a asignarnos una buena litera. Por supuesto, no hemos sido los primeros peregrinos que han llegado. Ya hay muchas mochilas junto a las literas.
Toca una buena ducha y tras la colada con buen jabón natural en una pila a propósito en el patio. A continuación, me quedo con Santos y Merche en las mesas rústicas del bar a comer y seguido a echarme la siesta para descansar sobretodo las piernas.
Cuando me levanto, el patio está muy concurrido de peregrinos que forman grupos de tertulia, esperando la hora de las vísperas asistidas por tres monjes dominicos. Esta vez no me pilla de sorpresa y entro a la vieja Iglesia bien abrigado.
Tras una vuelta por el pueblo, retirada al Albergue y a intentar conciliar el sueño. Yo creo que no tendré problema alguno. Mañana comienza el paso por los Montes de León. Hay que estar al cien por cien.
Mientras cojo el sueño, me doy cuenta que esta etapa ha sido la primera que he hecho en compañía después de la retirada de Juan Luis, y la verdad que no me ha venido nada mal, Santos y Merche forman una pareja encantadora.
Buenas noches y hasta mañana.
Rabanal del Camino-Ponferrada
Parcial 32 Km; Total 631,1 Km; A Santiago: 198 Km
Los Montes de León
Me levanto como de costumbre. A las 07:30 horas, ya estoy desayunando con Santos y Merche en el mismo Albergue. Una buena taza de café con leche como las de antes más unas tostadas de pan de pueblo con aceite. Todo ello servido con esmero por la atenta co-propietaria. Es más que suficiente para acometer las primeras rampas de ascenso a la Cruz de Ferro.
Hoy voy a ir acompañado. Santos y Merche van a ser mis compañeros de jornada. Es lo bueno que tiene el Camino Francés, que cuando lo deseas puedes ir en compañía y cuando te apetece un poco de soledad, la puedes conseguir.
Hace una mañana fresca serrana, muy buena para andar. Hay que tener en cuenta que nos encontramos a casi 1200 metros de altitud y tenemos que superar los 1500 metros. Acometo con decisión los primeros repechos que no son obstáculo alguno para mi cuerpo que ya soporta 600 km de Camino. Con algún tramo de carretera, alguna senda y pista, entre monte bajo de brezo y retama, alcanzamos el acceso al poblado de Foncebadón por el que entramos por la calle Real. Nos recibe un gran crucero de madera que aparenta sostenerse a duras penas. Alrededor son todo casas abandonadas. Una sensación indescriptible de soledad invade el cuerpo y se te pone la carne de gallina. No se ve ni un alma. Solo se escucha el ulular del viento que sopla con insistencia, masacrando más aún las ruinas y la ya escasa vegetación de tan inhóspito paraje. A su paso, doy una rápida mirada al hotel rural. Posiblemente sea el único vestigio de vida del pueblo. Me pregunto cómo habrá llegado este pueblo a esta situación de desidia. Y pienso en las duras condiciones climatológicas que tendrían que soportar sus habitantes, principalmente durante los crudos inviernos. Si abandonan pueblos con clima más benigno, ¡cómo no van a abandonar éste!
No hay más que ver, así que después de salvar como Dios nos da a entender unos tramos encharcados, salimos del fantasmagórico pueblo como almas en pena perdiéndonos tras una colina. Poco después, alcanzamos de nuevo la carretera y ya tenemos a la vista la rústica Cruz de Ferro que remata un largo poste, asentada sobre un “milladoiro” de piedras que los peregrinos han ido dejando a lo largo de los años.
En la explanada que rodea la mítica Cruz, punto mágico entre el cielo y la tierra, se hacen fotos los peregrinos tras depositar o arrojar su piedra. Algunos incluso cuelgan del poste objetos personales. Un poco separada, podemos ver la Ermita de Santiago, al que doy las gracias por haber llegado tan lejos y rogándole me conserve la moral alta y las piernas fuertes para continuar. Nos encontramos a la nada desdeñable altura de 1504 metros, casi el techo del Camino que alcanzaremos pronto. Son las 09:15 horas.
Después de echar un último vistazo a la cruz, nosdisponemos a continuar el Camino por un sendero que discurre cerca de la carretera.
2 km después, oímos el repique de una campana nos devuelve a la realidad. No cabe duda, estamos llegando al Refugio de Manjarín. Construido por el infatigable “caballero templario” Tomás, un hito de carne y hueso del Camino. Un panel compuesto por tablones direccionales a los lugares más insospechados, nos marca su distancia. El esforzado Tomás que ha conseguido crear este reducto de hospitalidad en un lugar tan salvaje, nos ofrece un café que aceptamos con gusto.
Enseguida retomamos una senda a la izquierda que pasada una fuente serpentea entre la vegetación de monte bajo y tras pasar unos arroyuelos se incorpora de nuevo a la carretera. Que cruzamos unos metros más adelante, para dejarla por una pista protegida con una cadena que sale a la derecha. Estamos bajo la antena de comunicaciones y dependencias militares. Es el techo del Camino: 1517 metros. Vamos cumbreando durante unos 3 km. Valles medio perdidos y pueblecitos incrustados en las laderas nos ofrecen un paisaje espectacular. No lejos de allí, se encuentra el nombrado Valle del Silencio.
Ahora toca un descenso pronunciado y peligroso. Un cártel avisa a los ciclistas de esta circunstancia. En descenso pasamos por un temible y resbaladizo piornal donde hay que extremar las precauciones. Y enseguida nos encontramos entrando por la calle Real de El Acebo, según algunos la más pintoresca de León, primera típica localidad de El Bierzo, donde decidimos hacer una parada para almorzar algo en el bar junto al Albergue. Un bocadillo con embutidos típicos de la zona es más que suficiente para recuperar energías.
Saliendo de El Acebo, pasamos por un monumento formado por una gran roca sobre la que descansa el “esqueleto” de una bicicleta, con las alforjas y atributos del peregrino. Una placa recuerda a un ciclista peregrino alemán muerto en este lugar por accidente.
El Camino sigue en descenso cruza el río Meruelo por un bellísimo puente medieval que nos introduce en la calle Real de Riego de Ambrós que guarda todo el aroma de las viejas rúas, con casas de buen porte, muchas de ellas blasonadas y donde merece la pena contemplar los típicos balcones de madera engalanados con macetas de plantas con flores.
El Camino sigue descendiendo, es mucho el desnivel que había de vencer, hacia un precioso vallecillo. Vadeamos el río de la Pretadura. El curandero Balbino no está en el sitio de costumbre. Ahora nos toca ascender un poco hasta un collado, envueltos de jaras y bajo la sobra de hermosos chopos y castaños. Desde el collado podemos ver ahí abajo la serpenteante carretera hasta la que tenemos que descender. Los cuádriceps se tienen que emplear a fondo en esta bajada. Hemos vencido un desnivel de 900 metros en tan solo 12 kilómetros, es decir, casi en picado, el más pronunciado del Camino.
Seguimos ahora la carretera pasando por delante del Santuario de la Virgen de las Angustias empotrada prácticamente en el monte, entrando en Molinaseca por el bellísimo puente romano sobre el río Meruelo que desemboca en la calle Real, verdadera “sirga peregrinal”. Es la una de la tarde, buena hora para tomar algo y descansar. Cosa que hacemos en la terraza de un restaurante pegado al puente.
La terraza está muy concurrida en este día soleado. En una mesa próxima a la nuestra, unas peregrinas se encuentran en plena faena de dar cuenta del típico “botillo”, ya veremos si consiguen terminarlo. Apostamos a que no. Nosotros tomamos el menú del peregrino.
A las dos y media ya estamos de nuevo dispuestos para la marcha. Enfilamos la calle Real repleta de bares o “bodegas” como aquí los llaman. A mi paso por la localidad en el Primer Camino me aseguraron que habían contado 34. Se me antojan muchas pero cuando lo dicen es que será así. Lo que sí observamos, es que casi todas las casas lucen su blasón.
A la altura del Albergue de Peregrinos, saludamos al hospitalero Alfredo que está sentado con unos peregrinos a la puerta del albergue y nos devuelve el saludo con un BUEN CAMINO.
Nos faltan 8 kilómetros para llegar a Ponferrada. Marchamos a buen ritmo por el arcén izquierda de la carretera, convertido en acera. A la vista aparecen tras la montaña, dos columnas de humo blanco que deben proceder de la Central Térmica de Compostilla. Llegamos a la desviación del Camino hacia la localidad de Campos, justo cuando comienza la Urbanización Patricia, de hermosos chalets, pero nosotros continuamos por la carretera, hay que ahorrar kilómetros. Al terminar la Urbanización, cruzamos el puente sobre el río Boeza (afluente del río Sil) y 1200 metros más adelante nos encontramos entrando al gran pueblo de Ponferrada después de salvar la vía férrea por un paso inferior. Cuando llegamos a una rotonda, tomamos la Avenida del Castillo y 300 metros más allá, en una segunda rotonda, ya tenemos el Albergue de Peregrinos a nuestra derecha después de pasar un gran aparcamiento de coches, donde hacemos la entrada a las 16:15 horas.
Hay cola para sellar las credenciales y asignar camas. Es normal, pues este Albergue es de los más usados por los peregrinos. Una vez acomodado, me doy una buena ducha y a hacer la colada que tiendo en el tendedero del jardín. Hace una buena tarde para pasear, pero yo me quedo a descansar un poco.
Sobre las siete salgo con Santos y Merche a visitar la ciudad y buscar un restaurante donde cenar. Pasamos por el famoso Castillo Templario y por el Arco del Reloj accedemos a la Plaza del Ayuntamiento donde nos sentamos un buen rato en una terraza de bar, y nos refrescamos con unas cervezas, mientras llega la hora de la cena, a la vista de la Torre del Reloj.
Ya en el restaurante, Santos y Merche se piden el menú del peregrino y yo veo que tienen un pulpo en salsa que me apetece. Pero no tengo suerte, el pulpo estaba muy aceitoso y baboso, me parece que mis compañeros han tenido más suerte al elegir.
Sin más que hacer, nos retiramos al Albergue y a dormir que hoy han sido 32 kilómetros y se notan. Hay que cargar baterías para mañana.
Buenas noches y hasta mañana.
Ponferrada-Villafranca del Bierzo
Parcial 23,3 Km; Total 654,4 Km; A Santiago: 174,7 Km
Viñas y cerezos
Paso una noche de perros. La cena, como era de prever, me juega una mala pasada. En mala hora me pedí el pulpo. Los peregrinos que compartían habitación conmigo no han podido pegar ojo debido a mis ronquidos y continuos movimientos.
Haciendo de tripas corazón, me aseo y preparo para iniciar la jornada con Santos y Merche. En un bar de frente al Albergue, me tomo una manzanilla y a correr, el estómago no admite otra cosa.
Comenzamos el callejeo por Ponferrada que tenemos que atravesar de este a noroeste. Primero pasamos por el Castillo Templario con parada obligatoria para contemplarlo con los incipientes rayos solares iluminando la parte alta de sus muros y luego accedemos a la Plaza del Ayuntamiento por el Arco del Reloj. Desde aquí debemos tomar una salida en descenso hasta la ciudad nueva, a la que se accede por el puente sobre el río Sil, dejando el Parque de la Concordia a la derecha y siguiendo por la avenida de la Puebla en busca de la antigua carretera N-VI, ahora llamada Calle del Camino de Santiago. La salida se nos hace interminable, sobre todo a mí que llevo el estómago bastante revuelto.
Decidimos seguir la antigua carretera, obviando el Camino marcado que pasa por Columbrianos que entiendo da un rodeo innecesario. Tras pasar sobre el Canal del Bajo Bierzoy unos metros más allá por debajo de la nueva Carretera de La Coruña (N-VI), continuamos por la Avenida de Galicia, que nos parece una recta sin fin. Yo me veo obligado a entrar en un bar pues no aguanto más. Cumplidas mis necesidades fisiológicas, continuamos la “longaniza” que nos conduce a Camponaraya.
Salimos de Camponaraya dejando a la izquierda una Cooperativa de vino y enseguida cruzamos por un paso elevado la Autovía del Noroeste, dejando definitivamente el asfalto para tomar la Colada de Foncebadón. Tras alcanzar un collado, descendemos hacia el bonito valle del Arroyo Magaz entre viñedos y campos de cerezos cuyos frutos tienen el color de estar a punto de alcanzar su sazón. Las cepas parecen rebosantes de vida con los racimos de uvas ya formados. Marchamos muy entretenidos contemplando el paisaje que alivia de alguna forma mis molestias estomacales. Cruzamos un bosque de ribera hasta alcanzar de nuevo la carretera que debemos cruzar.
Entre viñedos que se pierden en el horizonte, llegamos al campo de San Bartolo, donde se encuentra la Ermita y la Fuente de la Salud y unos metros más allá estamos accediendo a la localidad de Cacabelos por la Plaza de San Lázaro y la calle Cimadevilla, conocida popularmente como de los calle de los Peregrinos (otra auténtica “sirga peregrinal”. Al pasar por el establecimiento de “Prada a Tope” no nos resistimos a entrar en su florido patio donde es obligatoria una foto. Además visitamos la tienda donde expone los productos que elabora la casa, casi todos ellos a base de materias primas procedentes de sus propias fincas.
Seguimos nuestro Camino por la calle Cimadevilla y en una placeta junto a la Iglesia Parroquial de Sta. María, hacemos un receso, son las 10:30 horas. Vemos algunos peregrinos deambulando por la plaza. Santos y Merche se compran unos bocadillos y yo me tengo que conformar con una tableta energética y un Aquarius, por lo menos añadiré unas calorías al cuerpo algo deshidratado y el estómago sigue revuelto.
Terminado el almuerzo, continuamos nuestro Camino. Cruzamos por un bello puente medieval el río Cúa en cuya ribera derecha podemos contemplar una hermosa chopera y nada más pasar el puente, el Santuario de la Virgen de las Angustias, donde se ubica el Albergue de Peregrinos.
Seguimos por un andadero pegado a la carretera hasta que se pierde dejando solo un arcén muy estrecho que hace muy peligroso el tránsito del peregrino. A 2 kilómetros alcanzamos en un altozano la pequeña localidad de Pieros. Continuamos por el peligroso arcén durante otros 2 kilómetros. A la altura de un bar, se toma un camino polvoriento que sale a la derecha de la carretera. Yo no aguanto más, tengo que parar con urgencia. Les digo a Santos y Merche que continúen que ya les daré alcance. Hace mucho calor y Merche va un poco tocada. Le vendrá bien ralentizar la marcha. Cumplidas mis necesidades, retomo el Camino con fuerza y pronto alcanzo a mis compañeros de fatigas. Los Montes de Galicia los tenemos a tiro de piedra. Una hora después de haber dejado la carretera, nos encontramos en la parte alta de la emblemática localidad de Villafranca del Bierzo, a los mismos pies del sistema montañoso que separa Castilla-León de Galicia.
Hoy queremos dormir bien, sobretodo yo, con retortijones que no cesan, así que pasamos de largo el Albergue Municipal, donde me quedé en mi primer Camino con Juan Luis y Visi, la solitaria Iglesia de Santiago de estilo románico lombardo con su magnífica Puerta del Perdón dominando el pueblo y junto a ella el Albergue Jato, un hito del Camino. Entramos para preguntar por un hostal. La Sra. Jato, muy amable nos informa de uno al final del pueblo, pasado el puente sobre el Río Burbia y además tiene la atención de llamar por teléfono para reservarnos habitación.
Descendemos al pueblo por una empinada cuesta de firme adoquinado y canalillo central de piedra y siguiendo la calle del Agua, paso obligado de los peregrinos y pasando el puente llegamos al Hostal situado en la calle de la Concepción en el Barrio de los Tejedores, muy bien situado para la salida de mañana.
Después de acomodarme, darme una buena ducha y hacer la colada habitual, salgo con mis compañeros y ya amigos, a tomar algo en el Restaurante “El Padrino”. Ellos se piden el menú del peregrino y yo una merluza hervida con patatas, todavía no tengo el estómago para más y ya veremos cómo me sienta. Pero hay que comer si quiero continuar.
Después de una buena siesta, salimos a dar una vuelta por el pueblo y nos sentamos en una terraza de uno de los bares de la Plaza Mayor, repleta de peregrinos. Ahí están alguno de los conocidos. Cuando llega la hora, Santos y Merche se toman unos bocadillos y yo me tengo que conformar con dos yogures.
Regreso al hostal y a descansar. Ya veremos como paso la noche.
Buenas noches y hasta mañana.
Villafranca del Bierzo-Ruitelán
Parcial 21,2 Km; Total 675,6 Km; A Santiago: 153,5 Km
A las puertas de Galicia
Tampoco he pasado una buena noche pero al menos parece que algo he podido dormir. Me levanto como de costumbre a las siete menos cuarto y a las siete ya estamos saliendo del Hostal hacia el Bar Méndez, al final de la calle junto al río Valcarce. Santos y Merche hacen su desayuno normal y yo sigo con mi manzanilla y la pastilla energética esperando mejores tiempos.
Emprendemos la jornada por la carretera que discurre a la derecha del Río Valcarce, exuberante de vegetación, escuchando el sonido de sus aguas turbulentas mezclado con el canto de las aves de ribera que alegra el ya bello paisaje. Siguiendo el curso ascendente del río, vamos rodeando hasta salir a la antigua carretera nacional a la altura de la boca de un túnel.
Continuamos en pendiente sostenida disfrutando del paisaje, por el arcén izquierdo de la desierta carretera que discurre por el angosto valle que da acceso a las tierras gallegas. Con la apertura de la autovía, el tráfico intenso se ha desplazado a ella.
Jugando con el río y la autovía que tenemos que pasar por debajo un poco antes de llegar a Pereje, nos plantamos en el desvío de acceso, bordeamos un hermoso castañar y poco después estamos atravesando el pequeño pueblo, cuando son las 08:45 horas. Como Santos y Merche han desayunado bien y yo no quiero forzar el estómago, pasamos de largo el bar en el que no se han resistido a entrar varios peregrinos. Pasamos ante el albergue de peregrinos y poco después salimos de nuevo a la carretera.
Seguimos por el arcén en continua subida hasta alcanzar Trabadelo, con un área de servicio en la que coinciden una gasolinera y un par de hostales. En la explanada, Merche compra unas cerezas a unos lugareños que vamos comiendo por el camino. En este punto se junta el Camino que viene de Pradela.
A 2 km, un giro a la izquierda siguiendo la primitiva N-VI y ya estamos completamente encerrados en el valle del Valcarce. La autovía discurre por las alturas de viaductos que van salvando lasirregularidades del terreno. El ruido de los camiones ha sido sustituido por el trinar de los pájaros que abundan en este paisaje de ensueño que nos brida la Madre Naturaleza.
Los pasos bajo los viaductos se suceden mientras remontamos el valle. Los coches que circulan por la autovía parecen de juguete. Tras el paso por uno de ellos, entramos en la localidad de Vega de Valcarce. El Albergue aparece a la derecha, casi empotrado en el tramo final de un viaducto.
Son casi la una, buena hora para hacer un receso y comer. Entramos en el restaurante donde había comido en mi primer Camino con Juan Luis y Visi y tras un ratito de espera nos sirven la comida, muy apetitosa como de costumbre aunque yo me tengo que conformar con unos espaguetis, no quiero aun forzar al estómago.
Tras un buen descanso, proseguimos el ascenso por el valle rodeados cada vez con más espesura de castaños que hacen las delicias de nuestras miradas. A nuestra izquierda, el Castillo de Sarracín emerge con orgullo sobre una peña rodeada de exuberante vegetación.
A las tres, estamos entrando el Ruitelán donde hemos decidido dar por concluida la etapa de hoy. Nos presentamos en el Albergue de Peregrinos que se encuentra a la entrada del pueblo en una casona recuperada. Nos atiende el atento Carlos que nos sella la credencial y nos asigna cama. Tras la ducha y colada, un poco de siesta para reposar las piernas.
Sobre las seis, quedamos para dar una vuelta por el pueblo. Nos acercamos al bar donde nos tomamos unos cafés. A continuación nos dirigimos a la ladera de un monte donde se asienta una capilla cuyas piedras denotan el paso del tiempo por el musgo acumulado sobre ellas. En este sombrío lugar, dicen que estuvo retirado el eremita San Froilán, el que fue Obispo de León.
Regresamos hacia el pueblo, una paisana nos invita a que bajemos a un establo cerca del río para ver un ternerillo que casi acaba de nacer. Merche se queda ensimismada con el animal. Volviendo al Albergue, observamos la autovía en las alturas, su visión produce pánico. La tarde se va volviendo fresca.
En el Albergue somos los únicos españoles. Carlos y Luis nos preparan la cena. Yo les digo que voy a comer solamente los espaguetis aliñados con un poco de aceite. Ya veremos si esto será suficiente para la subida que nos espera mañana Con música clásica de fondo, degustamos una cena entrañable en compañía de los 5 peregrinos que comparten con nosotros el Albergue, dos italianas muy delgadas, una pareja de austriacos muy robustos y la solitaria Mª José, residente en Burdeos, que coincidió conmigo en el Albergue de Grañón. Después de una entretenida velada, llega la hora de retirarse a dormir. Por lo menos yo, lo estoy deseando.
Buenas noches y hasta mañana.
Triacastela-Sarria
Parcial 18,5 Km; Total 725,1 Km; A Santiago: 104,5 Km
El alto de San Xil
Esta noche hemos dormido a gusto, en una habitación para seis personas. Me encuentro bastante recuperado. No tenemos que madrugar mucho porque la etapa hasta Sarria no es muy larga. Nos engloriamos un poco con los preparativos de la mochila. El tiempo está fatal, llueve a base de bien. Hay que salir provistos de impermeable dispuestos a afrontar lo que venga. Se repite el tiempo que tuve el año anterior. Tras dar las gracias a la hospitalera, nos dirigimos al bar de la carretera. Si es posible, lo primero es entonar el cuerpo con un buen desayuno.
Dudamos si comenzar la etapa o aguardar un poco esperando a que amaine la lluvia. Pero el panorama no es muy halagüeño, el cielo está totalmente encapotado y sin visos de mejora. Así que decidimos iniciar la marcha. Que sea lo que Dios quiera.
Bajo una lluvia insistente, cruzamos la carretera y tomamos el primer desvío a la derecha que nos conducirá a Sarria por San Xil. Es la opción más corta, aunque la de Samos tenga el aliciente del Monasterio.
A un kilómetro del cruce, las flechas te dirigen a una carreterilla a la derecha, pero el tiempo no está hoy para sendas de tierra que seguro estarán anegadas de agua y barro. Así que continuamos por la carretera afrontando las primeras rampas del Alto de Riocabo. Es una pena no poder disfrutar del exuberante paisaje que invade la zona.
Llegamos a la Fuente dos Lameiros. Hacemos un receso para tomar un poco de aire. Un chorrito de agua helada mana de un caño arropado por una gran concha y desagua en una alberca. En la superficie del agua se advierte las ondas formadas por la pertinaz lluvia.
Seguimos adelante. Esta vez no se oyen los trinos de los ruiseñores y otras aves que tanto deleitan el espíritu. Pasamos por la aldea que parece abandonada de San Xil que dejamos a nuestra izquierda y tras unas revueltas, coronamos el Alto de Riocabo.
Tomamos un corredoira a la derecha que en descenso enlaza de nuevo con la carretera. Tras nuevas curvas llegamos a la aldea de Furelos donde nos introducimos sin pensarlo dos veces en el Bar Franco. El ambiente está caldeado por una chimenea. Varios peregrinos se encuentran almorzando. Nos desprendemos de los impermeables, botas y calcetines que ponemos a secar junto a la chimenea. Es el momento de hacernos un buen almuerzo.
Cuando salimos, comprobamos con alegría que ha dejado de llover. Eso es una buena noticia y además en el cielo comienzan a verse claros. A partir de aquí, ya sin el molesto impermeable y disfrutando más del paisaje, el camino va jugueteando con la carretera, dejamos la aldea de Pintín y por una senda frondosa de bastante pendiente llegamos a Calvor donde pasmos junto al albergue de la Xunta de Galicia. Nos quedan 4 km para llegar a Sarria.
El Camino discurre ahora por un andadero que va paralelo a la carretera. Hay que desprenderse del polar, ¡Menudo cambio ha experimentado el día!.
Tras una hora escasa y tras atravesar el barrio de Vigo, y tras cruzar la carretera de Samos, entramos en las calles de Sarria. Dejamos el Hotel Alfonso IX a nuestra derecha, llegando a la altura de un monumento modernista dedicado al peregrino. Tras salvar el río Sarria por un puente y por el malecón nos dirigimos directamente al Hotel Londres, donde habíamos reservado alojamiento. Son las 13:45 horas.
Después de la consabida ducha y colada, comemos en el mismo hotel. Una buena siesta es lo que el sentido común aconseja.
A las seis salimos a pasear por el pueblo. Me encuentro con el brasileño Tulio ¡qué alegría! Está con una peregrina de su misma nacionalidad. Me pregunta por algún sitio donde alojarse. El albergue está completo. Les comento que nosotros estamos en el Hotel Londres con una buena relación calidad-precio. Nos deseamos un “Buen Camino”.
Nos dirigimos a la cafetería del Hotel Alfonso IX que es muy acogedora. Recibo una llamada telefónica de Javier Martín. Se encuentra en el albergue de Calvor, así que mañana seguramente nos encontremos. Cenamos en la cafetería y nos retiramos a nuestro hotel.
Buenas noches y hasta mañana.