Zorita a Aguaviva: Etapa 7.
La última etapa es un momento de satisfacción y logro. La ruta le lleva entre paisajes de olivos y almendros, culminando con el cruce del río Bergantes, un hito geográfico y emocional que marca el paso a la Comunidad Autónoma de Aragón. La llegada a Aguaviva simboliza la culminación de la Ruta Jacobea de Castellón. Es el momento de celebrar el éxito y abrir la puerta a la siguiente fase de su aventura.
Zorita a Aguaviva: El Hito de la Transición y el Salto al Territorio Aragonés. Etapa 7.
La última etapa es un momento de satisfacción y logro. La ruta le lleva entre paisajes de olivos y almendros, culminando con el cruce del río Bergantes, un hito geográfico y emocional que marca el paso a la Comunidad Autónoma de Aragón. La llegada a Aguaviva simboliza la culminación de la Ruta Jacobea de Castellón. Es el momento de celebrar el éxito y abrir la puerta a la siguiente fase de su aventura.
Servicios en la etapa
Albergues y sellos
Apoyo al Peregrino: Servicios Esenciales para un Viaje Exitoso.
Pueblos en el camino
la despedida de la provincia de Castellón: historia y naturaleza
La despedida del camino de Castellón. La etapa comienza en Zorita y se desarrolla en un entorno rural sin grandes núcleos urbanos intermedios. El foco de esta jornada es la transición territorial, marcada por el cruce del río Bergantes. Aguaviva, ya en Aragón, es el punto final de esta etapa y de la ruta por la provincia de Castellón. Conozca las opciones de alojamiento y servicios de estas dos localidades clave para planificar su descanso y la continuidad de su Camino.
DIARIO DE UN PEREGRINO EN EL CAMINO DE CASTELLÓN
7a Etapa: De Zorita del Maestrazgo a Mas de las Matas
Primavera frondosa
El día amanece en Zorita del Maestrazgo con un cielo sin una nube y 7 °C en el termómetro. El aire, fresco pero lleno de promesas de primavera, invita a caminar. Salgo de la localidad siguiendo la carretera que discurre paralela al río Bergantes. Al poco, a unos 400 metros, bajo hasta la ribera para tomar un sendero fluvial. El río murmura a mi lado y el verde tierno de las plantas recién brotadas lo acompaña.
Tras recorrer un kilómetro y medio, me veo obligado a volver atrás: el camino por la otra orilla está intransitable. Regreso hasta la carretera, cruzo el puente y continúo por la CV-14. Hoy el tráfico es intenso, con camiones cargados de tierra para las fábricas de cerámica de la zona. Avanzo atento y, después de unos 2 km, cruzo un puente sobre el barranco de Ziprian. Unos 200 metros más adelante por fin abandono la CV-14 para dirigirme al Santuario de la Virgen de la Balma. Este santuario renacentista, enclavado en la roca y levantado entre los siglos XVI y XVIII, es una visita memorable, tanto al santuario como a la ospedería, las vistas desde allí son espectaculares; la roca y el valle forman un paisaje imponente.

Retomo el camino. Una senda asciende y me adentro en un bosque de pinos que parece un cuadro. Primero camino por una pista forestal ancha y cómoda, en suave subida, acompañado por el trino de los pájaros. A los 1,2 km la senda empieza a estrecharse, y a medida que avanzo se va volviendo más exigente; la tierra da paso a un pedregal y a tramos de roca. Después de unos 2,1 km cruzo un barranco y continúo ascendiendo durante otros 2,7 km, hasta que la subida se convierte en descenso. Las vistas de pinos verdes y brillantes son maravillosas y las montañas del horizonte, entre el verde y la luz de primavera, parecen postales. El sendero de bajada es estrecho y con tierra suelta, así que avanzo con cuidado. Después de 400 metros llego a una explanada y sigo por otro camino que discurre entre campos de almendros y prados de cereal.
Unos 300 metros más adelante me espera un repecho duro de 500 metros. Lo supero y empieza una larga bajada de 3,4 km entre piedras sueltas. El paisaje se abre y noto cómo el clima de primavera acaricia los campos. Más adelante, el sendero se convierte en un camino de tierra. Paso cerca de la localidad de Olivia y veo una vega preciosa sembrada de cereal. A unos 700 metros ya estoy entrando en Aguaviva, provincia de Teruel, por la calle La Fuente. En Aguaviva visito la iglesia parroquial de San Lorenzo, del siglo XVII. Su torre barroca se alza sobre el casco urbano como una brújula. Después me acerco al Ayuntamiento, edificio de 1552 conocido como la “Casa de los del mes” por un antiguo impuesto del10 % que se cobraba en la zona. Desde allí me dirijo a la ermita de San Gregorio, en las afueras, cuya planta hexagonal de cantería barroca resiste, aunque su interior se halle muy deteriorado. También paso por la ermita de Santa Bárbara, de nave única, levantada entre los siglos XVII y XVIII.
Abandono Aguaviva por la A-225. A 900 metros, dejo la carretera para seguir una amplia senda de tierra. Recorro 4,1 km por un terreno que sube y baja suavemente sin grandes repechos. El entorno es una maravilla: montañas en el horizonte, campos verdes de cereal, almendros, olivos e incluso algún cerezo que ya muestra sus primeras flores. Cruzo un puente sobre el río Guadalope y entro en Mas de las Matas por un paseo ribereño lleno de encanto.
Me acerco al Ayuntamiento, un edificio construido en 1933, y después callejeo por las estrechas calles hasta la iglesia de San Juan Bautista. Este templo barroco del siglo XVIII sorprende con su campanario de cuatro cuerpos y 63,5 metros, la torre más alta de la provincia de Teruel. Bajo su sombra reflexiono sobre el camino recorrido: de la frescura del río Bergantes al calor de la senda, del silencio del bosque a la historia de las ermitas y pueblos. Y me doy cuenta de que, aunque ésta sea la última etapa de este viaje, el espíritu del Camino seguirá acompañándome allá donde vaya.











