Manuscrito del siglo XII, primera guía del peregrino. Incluye liturgias, sermones, himnos, consejos prácticos y el canto del Ultreia . Fuente esencial de la tradición jacobea.

Puerta de la Catedral que solo se abre en Año Santo. Situada en la plaza Quintana, se abre el 31 de diciembre previo al Año Santo como símbolo de gracia y perdón. (es la plaza opuesta a la fachada del obradoiro)

Gran incensario de la Catedral de Santiago. Pesa 60 kg y se balancea en el crucero central. Su utilización se basaba en dispersar los olores de los peregrinos que después de muchas jornadas de andar entraban en la catedral y su historia está unida al mundo de los peregrinos.

Patrona de Zaragoza y símbolo mariano del Camino del Ebro. Según la tradición, en el año 40 se apareció sobre un pilar al Apóstol Santiago para animarle en su predicación. Su santuario es centro de devoción y parte esencial del Camino oriental.

Apóstol Santiago el Mayor

Discípulo de Jesús cuyo sepulcro se venera en Compostela. Hijo de Zebedeo y hermano de San Juan Evangelista, fue uno de los apóstoles más cercanos a Jesús. La tradición afirma que evangelizó Hispania, en Cesaraugusta (Zaragoza) y que, tras su martirio en Jerusalén (año 44), su cuerpo fue trasladado milagrosamente a Galicia. Su tumba, descubierta en el siglo IX, dio origen a la peregrinación jacobea.

Respuesta a “Ultreia”: “¡más arriba!”. Complementa el ánimo espiritual y físico de seguir adelante. Complementa el saludo peregrino medieval, reforzando el ánimo de superación espiritual y física en el Camino. Se asocia al canto del Codex Calixtinus que celebraba la fraternidad de los caminantes.

Grito jacobeo: “¡más allá!”. Procede del canto medieval Ultreia et suseia, Deus adjuva nos . Era saludo de ánimo entre peregrinos. Hoy se utiliza como saludo de las asociaciones jacobeas.

Saludo fraternal entre peregrinos. Es la expresión tradicional con la que se anima y bendice a quien recorre el Camino. Más que un simple saludo, transmite hermandad, ánimo y buenos deseos.

Voluntario que atiende a los peregrinos en los albergues. Su función no es solo mantener el albergue, sino transmitir la hospitalidad del Camino: acoger, orientar, escuchar y compartir. Su labor es altruista y está profundamente vinculada al espíritu jacobeo.

Lugar de acogida para peregrinos. Herederos de los antiguos hospitales medievales, los albergues ofrecen cama, ducha y hospitalidad básica. Muchos son gestionados por parroquias, asociaciones jacobeas con voluntarios ( hospitaleros ), y funcionan con donativo o precio simbólico, otros son gestionados por organismos oficiales y también los hay privados.